miércoles, 24 de marzo de 2010

Boinas verdes con rostro humano


La película ganadora en los Oscar 'En tierra hostil', con su 'humanización' del soldado, evita la pregunta clave: ¿qué hace el Ejército norteamericano en Irak? Dos filmes israelíes sobre Líbano usan el mismo truco

SLAVOJ ZIZEK

Cuando En tierra hostil, de Kathryn Bigelow, consiguió los principales oscars frente a Avatar, de James Cameron, esa victoria fue percibida como una buena señal del estado de cosas en Hollywood: una modesta producción pensada para festivales tipo Sundance, y que en muchos países ni siquiera había obtenido una gran distribución, supera claramente a una superproducción cuya brillantez técnica no puede disimular la plana simplicidad de su argumento. ¿Así que Hollywood no es solamente una fábrica de grandes éxitos de taquilla, sino que todavía sabe apreciar esfuerzos creativos marginales?

Es posible, aunque habría que matizar: con todas sus mistificaciones, Avatar toma partido claramente por los que se oponen al complejo industrial-militar mundial, retratando al Ejército de la superpotencia como una fuerza de destrucción brutal al servicio de grandes intereses industriales, mientras En tierra hostil presenta al Ejército norteamericano de un modo plenamente acorde con su propia imagen pública en este nuestro tiempo de intervenciones humanitarias y de pacifismo militarista.

La película ignora casi por completo el gran debate sobre la intervención de Estados Unidos en Irak, y en lugar de ello se centra en las terribles experiencias diarias, de servicio y fuera del mismo, de soldados corrientes obligados a convivir con el peligro y la destrucción. Con un estilo seudodocumental cuenta la historia -o más bien, una serie de viñetas- de una brigada del servicio de artificieros, de su trabajo potencialmente mortal en la desactivación de explosivos. Esa opción es sumamente sintomática: a pesar de ser soldados, ellos no matan sino que arriesgan diariamente sus vidas desmantelando bombas terroristas destinadas a matar civiles. ¿Puede haber algo con lo que simpaticen más nuestros ojos progresistas? En la Guerra contra el Terror en curso, ¿no están nuestros ejércitos, incluso cuando bombardean y destruyen, y no sólo tales unidades de artificieros, desactivando pacientemente las redes terroristas con el fin de hacer más seguras las vidas de civiles en todos lados?

Pero hay más en la película. En tierra hostil incorpora a Hollywood una moda que también ha contribuido al éxito de dos recientes películas israelíes sobre la guerra del Líbano en 1982, el documental animado de Ari Folman Vals con Bashir, y Líbano, de Samuel Maoz. Líbano versa sobre los propios recuerdos de Maoz como joven soldado, mostrando el miedo a la guerra y a la claustrofobia mediante la filmación de la mayor parte de la acción desde el interior de un tanque. El filme nos presenta a cuatro inexpertos soldados dentro de un tanque enviados a "limpiar" una ciudad libanesa que ya ha sido bombardeada por la fuerza aérea israelí. Entrevistado en el Festival de Venecia de 2009, Yoav Donat, el actor que interpreta al director cuando éste era soldado un cuarto de siglo antes, dijo: "No es una película que te hace pensar 'sólo estoy en una película'. Es una película que te hace sentir que has estado en la guerra". De una manera parecida, Vals con Bashir muestra los horrores del conflicto de 1982 desde el punto de vista de unos soldados israelíes.

Maoz dijo que su película no era una condena de las políticas de Israel, sino una versión personal de la experiencia por la que había pasado: "Cometí el error de llamar a la película Líbano, ya que la guerra del Líbano no es diferente en su esencia de cualquier otra guerra, y pensé que cualquier intento de politizarla habría estropeado la película". Eso es ideología en su estado más puro: el hecho de revivir la traumática experiencia del perpetrador nos capacita para borrar el trasfondo ético-político del conflicto: qué estaba haciendo el Ejército israelí en el interior del Líbano, etcétera. Semejante humanización sirve así para echar una cortina de humo sobre la cuestión fundamental: la necesidad de un análisis político implacable de lo que está en juego como consecuencia de nuestra actividad político-militar. Nuestras luchas político-militares no son precisamente una historia opaca que desbarata bruscamente nuestra vida íntima, son algo en lo que participamos plenamente.

De un modo más general, esa humanización del soldado (en la dirección de la proverbial creencia "errar es humano") es un elemento clave de la (auto) presentación de las fuerzas armadas israelíes: a los medios de comunicación israelíes les gusta hacer hincapié en las imperfecciones y traumas psíquicos de los soldados israelíes, no presentándolos ni como máquinas militares perfectas ni como héroes sobrehumanos, sino como a gente corriente que, atrapada en los traumas de la Historia y de la guerra, comete errores y puede perderse, como todo el mundo.

Por ejemplo, cuando en enero de 2003, las fuerzas armadas israelíes demolieron la casa de la familia de un supuesto "terrorista", lo hicieron con acusada amabilidad, incluso hasta el punto de ayudar a la familia a trasladar los muebles fuera antes de destruir la casa con un bulldozer. En la prensa israelí se informó poco tiempo antes sobre un suceso similar: cuando un soldado israelí estaba registrando una casa palestina en busca de sospechosos, la madre de la familia llamó a su hija por su nombre a fin de tranquilizarla, y el sorprendido soldado supo que el nombre de la aterrorizada muchacha era el mismo que el de su propia hija; en un arrebato sentimental, sacó su cartera y le enseñó su foto a la madre palestina.

Es fácil percibir la falsedad de semejante gesto de empatía: la idea de que, a pesar de las diferencias políticas, todos somos seres humanos con los mismos amores y preocupaciones, neutraliza el impacto de lo que el soldado está haciendo efectivamente en ese momento. Así, la única respuesta apropiada de la madre debería ser: "Si realmente tú eres tan humano como yo, ¿por qué estás haciendo lo que estás haciendo ahora?". El soldado entonces sólo puede ampararse en un deber objetivado: "No me gusta hacerlo, pero 'es' mi deber..." -evitando así asumir ese deber de forma subjetiva. El mensaje de esa humanización es el de poner de manifiesto la brecha entre la compleja realidad de la persona y el papel que ésta tiene que desempeñar contra su verdadera naturaleza-. "En mi familia, la genética no es militar", como dice uno de los soldados entrevistados en Tsahal, de Claude Lanzmann, sorprendido por verse a sí mismo como oficial de carrera.

Y eso nos hace volver a En tierra hostil: su descripción del horror diario y del traumático impacto del servicio en una zona de guerra parece situarla a millas de distancia de las sentimentales celebraciones del papel humanitario del Ejército norteamericano, como la infame Boinas verdes, de John Wayne.

Sin embargo, siempre deberíamos tener presente que las áridas y realistas imágenes de lo absurdo de la guerra de En tierra hostil enturbian, haciéndolo así aceptable, el hecho de que sus héroes están haciendo exactamente el mismo trabajo que los héroes de Boinas verdes. En su misma invisibilidad, la ideología está ahí, más que nunca: estamos allí, con nuestros muchachos, identificándonos con sus miedos y sus angustias, en lugar de preguntarnos qué están haciendo allí.

Slavoj Zizek es filósofo esloveno y autor, entre otros libros, de Irak. La tetera prestada. Traducción de Juan Ramón Azaola.

El Presidente no tiene quien le crea


6 de cada diez mexicanos cree que las visitas de Calderón a Ciudad Juárez sólo son por mejorar su imagen

MARÍA DE LAS HERAS 22/03/2010

Vota Resultado 59 votos Comentarios - 30 "Si de todas maneras nos van a matar, pues que siquiera nos maten por hablar", decía en una entrevista radiofónica la madre de dos de los muchachos masacrados en Ciudad Juárez hace unas semanas, y en su voz había más un tono de rebeldía que de desesperación, exigiendo disculpas a las autoridades no ya por haber sido incapaces de proteger la vida de sus hijos, sino por haber insinuado que formaban parte de una pandilla de delincuentes, como si eso además justificara la masacre.

"No es usted bienvenido", le espetaba en la cara al Presidente Felipe Calderón durante su primera visita al municipio, apenas unos días después de la matanza. "Si hubieran matado a alguno de sus hijos -le decía al Presidente y a su esposa- ya hubieran buscado debajo de las piedras para encontrar a sus asesinos".

Calderón reconoce que su estrategia para acabar con el narcotráfico no ha funcionado y anuncia un giro hacia el gasto social para tratar de minar desde las raíces la penetración del narcotráfico y la violencia que se viven en esa ciudad fronteriza. El jefe del Poder Ejecutivo federal regresa a Ciudad Juárez acompañado por siete secretarios de Estado y por el titular de la PGR (fiscalía) para presentar el plan "Todos somos Juárez, reconstruyamos la ciudad".

La semana pasada, Calderón viaja a Ciudad Juárez por tercera vez en este año y su secretario de seguridad pública presenta ante la opinión pública las estadísticas de los asesinatos del último año, asegurando que su número ha decrecido consistentemente en los últimos meses. Fuera del recinto donde se hacía la presentación, elementos del Estado Mayor Presidencial trataban de contener a un grupo de jóvenes que se resistían al grito de "Con nosotros muy cabrones, con los narcos maricones".

Previo a la más reciente visita presidencial, el sábado 20 de marzo asesinaron en Ciudad Juárez a tres personas vinculadas con el consulado de Estados Unidos en esa ciudad. Se escucha la indignación y condena del presidente Barack Obama y en pocas horas, contrario a lo que indican las leyes mexicanas, los cuerpos de las víctimas estadounidenses ya están cruzando la frontera rumbo a El Paso, Texas.

El gobierno mexicano se compromete públicamente a esclarecer los hechos y llevar ante la justicia a los culpables, y la secretaria de Estado de Estados Unidos anuncia que el 23 de marzo (mañana) visitará México junto con el secretario de Defensa Robert Gates, la jefa de la Seguridad Interna, Janet Napolitano, el director de Inteligencia Nacional, Dennis Blair y otros altos funcionarios involucrados en la ley y los narcóticos.

Hoy, en la encuesta que levantamos para elpais.com, quisimos hacer un recuento de las opiniones que acompañan los asuntos antes narrados, y los resultados no pueden ser más desalentadores.

Para empezar, el 62% de los mexicanos opina que tanta visita de Calderón a Juárez obedece a una estrategia para mejorar su imagen pública y no porque el mandatario tenga un interés real en mejorar las condiciones de vida en esa ciudad fronteriza.

Verdad o no, la opinión pública no cree lo que dijo el secretario de seguridad pública federal respecto a que el número de asesinato ha ido disminuyendo en los últimos meses, y en ese tenor, cinco de cada diez dicen que gastar más en programas sociales no va remediar tampoco la angustiosa situación de los juarenses.

El 68% opina que el Presidente Calderón le ha puesto un interés inusitado al caso de los norteamericanos asesinados, empeño que ha estado lejos de mostrar frente a los otros miles y miles de ejecutados que se acumulan en nuestro país día con día.

En cuanto a la visita de mañana de Hillary Clinton y los otros funcionarios del gabinete de Obama, parece que no hay muchas expectativas, y mientras 4 de cada diez piensan que puede salir algo positivo para México, cinco dicen que es poco probable que se llegue a acuerdos realmente trascendentes para el tema de la lucha contra el narcotráfico.

Además, esta semana la noticia ya no es Juárez, sino la ciudad de Monterrey, Nuevo León, estado también fronterizo. Presuntos grupos de sicarios recorrieron por dos días consecutivos los accesos carreteros y "decomisaron" al menos 60 vehículos de particulares con los que bloquearon durante horas al menos 30 puntos de las vías que comunican a esa capital con las poblaciones de Reynosa y Miguel Alemán, del vecino estado de Tamaulipas. Además, se registran otros asesinatos dos jóvenes estudiantes de excelencia (como los de Juárez de hace unas semanas, pero estos de posgrado), y como primera reacción las autoridades los acusan de ser sicarios para retractarse después ante la evidencia de lo contrario.

La Secretaría de Gobernación federal aseguró que los bloqueos son una reacción desesperada ante el avance logrado en el combate a la delincuencia. Suponiendo, sin conceder, que lo que estamos viviendo en México es resultado de la agonía del narcotráfico, habría que preguntarse entonces: ¿hasta dónde estamos todos dispuestos a pagar por los estertores?

NOTA METODOLÓGICA. Encuesta telefónica realizada el 20 de marzo, considerando 500 entrevistas a personas mayores de 18 años seleccionadas mediante un muestreo aleatorio simple sobre el listado de teléfonos del país. Con el 95% de confianza, el error estadístico máximo que podría esperarse es del +/- 4.5

EE UU admite su cuota de responsabilidad por la violencia en México


La secretaria de Estado, Hillary Clinton, viaja al país para buscar una respuesta común al narcotráfico

PABLO ORDAZ - México - 23/03/2010

Hillary Clinton admitió este martes en México que la lucha contra el narcotráfico necesita ya de resultados tangibles. "Aceptamos", dijo la secretaria de Estado norteamericana, "nuestra cuota de responsabilidad. Sabemos que la demanda de drogas es el principal combustible de este comercio. Y que armas vendidas en EE UU se están utilizando para matar a personas aquí. Pero ya no se trata de reuniones, se trata de resultados. Los necesitamos ya". Clinton se comprometió a trabajar codo con codo con México para atacar la capacidad logística y financiera de los carteles de la droga.

Hillary Clinton no pudo escoger peor día para llegar a México. Los periódicos de del día recogían en portada dos fotografías de un joven vestido con una sudadera marrón. La primera fue tomada a las tres de la tarde del domingo, en Santa Catarina (Nuevo León), justo en el momento en que agentes de la Marina mexicana lo detenían acusado de distribuir pequeñas dosis de droga. La segunda fotografía está tomada al amanecer del lunes. Se trata del mismo muchacho, pero ya aparece muerto, con las manos esposadas a la espalda y evidentes signos de tortura. La secretaria de Estado norteamericana llegó a la ciudad de México con el mismo objetivo de su visita de hace un año justo: afinar la colaboración entre los dos países para hacer efectiva la lucha contra el narcotráfico a ambos lados de la frontera. Pero la situación ha cambiado. A peor. En todos los aspectos.

Cuando Hillary Clinton llegó, el 26 de marzo de 2009 , traía un mandato muy claro del presidente Barack Obama: echarle yodo a las heridas que habían provocado aquí las declaraciones de responsables políticos y militares estadounidenses que dibujaban a México como un "Estado fallido", comparable incluso con Afganistán. Clinton logró su objetivo. Llamó valiente al presidente Felipe Calderón, admitió la responsabilidad de su país en el tráfico de armas hacia el sur, prometió la creación de una comisión binacional para trabajar codo con codo y hasta se postró ante la Virgen de Guadalupe. Pero ni las oraciones ni las promesas surtieron efecto. Decenas de personas -la mayoría de ellas jóvenes?siguen muriendo en las calles de México. Muchas caen por los disparos de los sicarios a sueldo de los distintos cárteles. Pero otras muchas bajo el fuego cruzado con policías y militares. Algunas de ellas, claramente relacionadas con el mal. Pero otras, cada vez más, personas inocentes.

De hecho, durante las últimas horas, los mexicanos han recibido muchas y muy dolorosas constataciones de que la teoría oficial de que los 18.000 muertos del narcotráfico están ligados al crimen no es del todo cierta. Desde el viernes hasta el domingo, diez personas inocentes murieron víctimas del fuego cruzado. Entre ellas, dos niños de 7 y 10 años, una anciana y dos brillantes alumnos del Tecnológico de Monterrey. Todo esto sin contar el asesinato, a las dos de la tarde del pasado día 13, de una joven pareja de estadounidenses que circulaba con su hija pequeña por las calles de Ciudad Juárez. Otra teoría oficial que se viene abajo es que las balaceras sólo se producen en media docena de los 32 Estados de la República. La lista de ciudades visitadas por el horror del narcotráfico es cada vez más larga. Ya los cárteles no luchan sólo por las rutas hacia Estados Unidos, sino por hacerse con cada una de las plazas para distribuir su mercancía.

Preocupación en EE UU

Este panorama ha provocado que, tal como hace un año, responsables políticos estadounidenses hayan vuelto sus ojos hacia el vecino del sur para manifestar su preocupación. Desde el presidente Obama, que se declaró "indignado" por el asesinato de su joven pareja de compatriotas, a la secretaria de Seguridad Interna, Janet Napolitano, que cuestionó la presencia del Ejército en las calles de México, pasando por el ex zar antidrogas de Estados Unidos, Barry McCaffrey, quien acaba de declarar tajante: "Ciudad Juárez es ya inmensamente más peligrosa que Bagdad o Kabul". En lo que sí coinciden ya representantes de los dos lados de la frontera es que la colaboración es vital. Pero, ¿de qué forma?

Esa es la cuestión que durante este martes intentaron despejar los más altos representantes de México y Estados Unidos. Hillary Clinton se hizo acompañar por el secretario de Defensa, Robert Gates; la de Seguridad Interior, Janet Napolitano; el jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, Michael Mullen; el director nacional de Inteligencia, Dennis Blair, y el titular de la Administración Federal Antidrogas (DEA) , Michelle Leonhart. La representación mexicana estaba encabezada por la titular de Exteriores, Patricia Espinosa.

sábado, 20 de marzo de 2010

Yo tengo un sueño



El 28 de agosto de 1963 Martin Luther King brindó su discurso "Yo tengo un sueño" en los escalones del monumento a Lincoln en Washington D.C. He aquí el texto completo de una oratoria histórica.

Estoy feliz de unirme a ustedes hoy en lo que quedará en la historia como la mayor demostración por la libertad en la historia de nuestra nación.

Hace años, un gran americano, bajo cuya sombra simbólica nos paramos, firmó la Proclama de Emancipación. Este importante decreto se convirtió en un gran faro de esperanza para millones de esclavos negros que fueron cocinados en las llamas de la injusticia. Llegó como un amanecer de alegría para terminar la larga noche del cautiverio.

Pero 100 años después, debemos enfrentar el hecho trágico de que el negro todavía no es libre. Cien años después, la vida del negro es todavía minada por los grilletes de la discriminación. Cien años después, el negro vive en una solitaria isla de pobreza en medio de un vasto océano de prosperidad material. Cien años después el negro todavía languidece en los rincones de la sociedad estadounidense y se encuentra a sí mismo exiliado en su propia tierra.


Y así hemos venido aquí hoy para dramatizar una condición extrema. En un sentido llegamos a la capital de nuestra nación para cobrar un cheque. Cuando los arquitectos de nuestra república escribieron las magníficas palabras de la Constitución y la Declaratoria de la Independencia, firmaban una promisoria nota de la que todo estadounidense sería el heredero. Esta nota era una promesa de que todos los hombres tendrían garantizados los derechos inalienables de "Vida, Libertad y la búsqueda de la Felicidad".

Es obvio hoy que Estados Unidos ha fallado en su promesa en lo que respecta a sus ciudadanos de color. En vez de honrar su obligación sagrada, Estados Unidos dio al negro un cheque sin valor que fue devuelto marcado "fondos insuficientes". Pero nos rehusamos a creer que el banco de la justicia está quebrado. Nos rehusamos a creer que no hay fondos en los grandes depósitos de oportunidad en esta nación. Entonces hemos venido a cobrar este cheque, un cheque que nos dará las riquezas de la libertad y la seguridad de la justicia.

Sofocante verano del descontento

También vinimos a este punto para recordarle de Estados Unidos de la feroz urgencia del ahora. Este no es tiempo para entrar en el lujo del enfriamiento o para tomar la droga tranquilizadora del gradualismo. Ahora es el tiempo de elevarnos del oscuro y desolado valle de la segregación hacia el iluminado camino de la justicia racial. Ahora es el tiempo de elevar nuestra nación de las arenas movedizas de la injusticia racial hacia la sólida roca de la hermandad. Ahora es el tiempo de hacer de la justicia una realidad para todos los hijos de Dios.

Sería fatal para la nación el no percatar la urgencia del momento. Este sofocante verano del legítimo descontento del negro no terminará hasta que venga un otoño revitalizador de libertad e igualdad. 1963 no es un fin, sino un principio. Aquellos que piensan que el negro sólo necesita evacuar frustración y que ahora permanecerá contento, tendrán un rudo despertar si la nación regresa a su rutina habitual.

No habrá ni descanso ni tranquilidad en Estados Unidos hasta que el negro tenga garantizados sus derechos de ciudadano. Los remolinos de la revuelta continuarán sacudiendo los cimientos de nuestra nación hasta que emerja el esplendoroso día de la justicia.

Pero hay algo que debo decir a mi gente, que aguarda en el cálido umbral que lleva al palacio de la justicia: en el proceso de ganar nuestro justo lugar no deberemos ser culpables de hechos erróneos. No saciemos nuestra sed de libertad tomando de la copa de la amargura y el odio. Siempre debemos conducir nuestra lucha en el elevado plano de la dignidad y la disciplina. No debemos permitir que nuestra protesta creativa degenere en la violencia física. Una y otra vez debemos elevarnos a las majestuosas alturas de la resistencia a la fuerza física con la fuerza del alma.

Esta nueva militancia maravillosa que ha abrazado a la comunidad negra no debe conducir a la desconfianza de los blancos, ya que muchos de nuestros hermanos blancos, como lo demuestra su presencia aquí hoy, se han dado cuenta de que su destino está atado a nuestro destino. Se han dado cuenta de que su libertad está ligada inextricablemente a nuestra libertad. No podemos caminar solos. Y a medida que caminemos, debemos hacernos la promesa de que marcharemos hacia el frente. No podemos volver atrás.

Pruebas y tribulaciones

Existen aquellos que preguntan a quienes apoyan la lucha por derechos civiles: "¿Cuándo quedarán satisfechos?" Nunca estaremos satisfechos en tanto el negro sea víctima de los inimaginables horrores de la brutalidad policial. Nunca estaremos satisfechos en tanto nuestros cuerpos, pesados con la fatiga del viaje, no puedan acceder a alojamiento en los moteles de las carreteras y los hoteles de las ciudades. No estaremos satisfechos en tanto la movilidad básica del negro sea de un gueto pequeño a uno más grande. Nunca estaremos satisfechos en tanto a nuestros hijos les sea arrancado su ser y robada su dignidad por carteles que rezan: "Solamente para blancos". No podemos estar satisfechos y no estaremos satisfechos en tanto un negro de Mississippi no pueda votar y un negro en Nueva York crea que no tiene nada por qué votar. No, no estamos satisfechos, y no estaremos satisfechos hasta que la justicia nos caiga como una catarata y el bien como un torrente.

No olvido que muchos de ustedes están aquí tras pasar por grandes pruebas y tribulaciones. Algunos de ustedes apenas salieron de celdas angostas. Algunos de ustedes llegaron desde zonas donde su búsqueda de libertad los ha dejado golpeados por las tormentas de la persecución y sacudidos por los vientos de la brutalidad policial. Ustedes son los veteranos del sufrimiento creativo. Continúen su trabajo con la fe de que el sufrimiento sin recompensa asegura la redención.

Vuelvan a Mississippi, vuelvan a Alabama, regresen a Georgia, a Louisiana, a las zonas pobres y guetos de las ciudades norteñas, con la sabiduría de que de alguna forma esta situación puede ser y será cambiada.

No nos deleitemos en el valle de la desesperación. Les digo a ustedes hoy, mis amigos, que pese a todas las dificultades y frustraciones del momento, yo todavía tengo un sueño. Es un sueño arraigado profundamente en el sueño americano.

El sueño

Yo tengo un sueño que un día esta nación se elevará y vivirá el verdadero significado de su credo, creemos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales.

Yo tengo un sueño que un día en las coloradas colinas de Georgia los hijos de los ex esclavos y los hijos de los ex propietarios de esclavos serán capaces de sentarse juntos en la mesa de la hermandad.

Yo tengo un sueño que un día incluso el estado de Mississippi, un estado desierto, sofocado por el calor de la injusticia y la opresión, será transformado en un oasis de libertad y justicia.

Yo tengo un sueño que mis cuatro hijos pequeños vivirán un día en una nación donde no serán juzgados por el color de su piel sino por el contenido de su carácter.

¡Yo tengo un sueño hoy!

Yo tengo un sueño que un día, allá en Alabama, con sus racistas despiadados, con un gobernador cuyos labios gotean con las palabras de la interposición y la anulación; un día allí mismo en Alabama pequeños niños negros y pequeñas niñas negras serán capaces de unir sus manos con pequeños niños blancos y niñas blancas como hermanos y hermanas.

¡Yo tengo un sueño hoy!

Yo tengo un sueño que un día cada valle será exaltado, cada colina y montaña será bajada, los sitios escarpados serán aplanados y los sitios sinuosos serán enderezados, y que la gloria del Señor será revelada, y toda la carne la verá al unísono.

Esta es nuestra esperanza. Esta es la fe con la que regresaré al sur. Con esta fe seremos capaces de esculpir de la montaña de la desesperación una piedra de esperanza.

Con esta fe seremos capaces de transformar las discordancias de nuestra nación en una hermosa sinfonía de hermandad. Con esta fe seremos capaces de trabajar juntos, de rezar juntos, de luchar juntos, de ir a prisión juntos, de luchar por nuestra libertad juntos, con la certeza de que un día seremos libres.

Este será el día, este será el día en que todos los niños de Dios serán capaces de cantar con un nuevo significado: "Mi país, dulce tierra de libertad, sobre ti canto. Tierra donde mis padres murieron, tierra del orgullo del peregrino, desde cada ladera, dejen resonar la libertad". Y si Estados Unidos va a convertirse en una gran nación, esto debe convertirse en realidad.

Entonces dejen resonar la libertad desde las prodigiosas cumbres de Nueva Hampshire. Dejen resonar la libertad desde las grandes montañas de Nueva York. Dejen resonar la libertad desde los Alleghenies de Pennsylvania! Dejen resonar la libertad desde los picos nevados de Colorado. Dejen resonar la libertad desde los curvados picos de California. Dejen resonar la libertad desde las montañas de piedra de Georgia. Dejen resonar la libertad de la montaña Lookout de Tennessee. Dejen resonar la libertad desde cada colina y cada topera de Mississippi, desde cada ladera, dejen resonar la libertad!

Y cuando esto ocurra, cuando dejemos resonar la libertad, cuando la dejemos resonar desde cada pueblo y cada caserío, desde cada estado y cada ciudad, seremos capaces de apresurar la llegada de ese día cuando todos los hijos de Dios, hombres negros y hombres blancos, judíos y gentiles, protestantes y católicos, serán capaces de unir sus manos y cantar las palabras de un viejo spiritual negro: "¡Por fin somos libres! ¡Por fin somos libres! Gracias a Dios todopoderoso, ¡por fin somos libres!"