domingo, 11 de abril de 2010

Globalización y derecho: algunas coordenadas para el debate


Miguel Carbonell.

(Una versión de este ensayo fue publicada en el libro del autor titulado "Constitucionalismo y democracia. Ensayos críticos", México, Porrúa, 2004).

Introducción.

La globalización parece ser un concepto que llegó para quedarse. No hay reunión de políticos o de académicos en donde al menos uno de los participantes no haga referencia a los “desafíos” o a los “retos” que supone la globalización. Lo que sucede, sin embargo, es que a dicha omnipresencia no le sigue la correspondiente omnicomprensión; es decir, con frecuencia se habla de la globalización sin saber exactamente a qué se está haciendo referencia [1] .

Desde luego, intentar definir un proceso sumamente complejo como el que nos ocupa es una tarea que, con seguridad, no puede ser abordada en forma individual. Sin embargo, creo que es posible ir fijando algunos puntos que nos puedan ayudar a entender mejor qué es y cómo se manifiesta la globalización, así como a cuestionar algunos de sus principales efectos. Ese es el objeto de las tesis o ideas que siguen.

1. La globalización, en singular, no existe. Se simplifica para abreviar, pero a poco que se repare, cualquiera se dará cuenta que, en realidad, no hay una sino varias globalizaciones, cada una de las cuales obedece a su propia lógica y a sus propios ritmos.

Hay, por ejemplo, un proceso de globalización de las comunicaciones, auspiciado por el desarrollo de las tecnologías satelitales y por la difusión masiva del internet [2] . Hay también una globalización financiera, producto de la interconexión de los mercados bursátiles en todo el mundo y de los alcances planetarios que hoy en día tienen los llamados “global-players” (que son fundamentalmente empresas transnacionales y agentes de inversión que operan a escala global) [3] . Hay, en fin, una globalización cultural, que se manifiesta sobre todo en la adopción de pautas culturales producidas en Estados Unidos y promovidas por todo el planeta; buena parte de los habitantes de la tierra vemos las mismas películas, las mismas series de televisión, nos informamos a través de las mismas agencias, seguimos los eventos deportivos que se llevan a cabo o se financian desde los Estados Unidos, etcétera. Más que de globalización en este último caso podría hablarse de “neocolonización”, pues es solamente una de las partes la que está dominando el escenario cultural [4] .

Los impactos de las globalizaciones han sido distintos según los campos en los que han incidido y han cambiado también según los países a los que han afectado. Así por ejemplo, la globalización de los mercados financieros se ha dejado sentir menos en África que en Europa o en América del Norte, por la sencilla razón de que las posibilidades de inversión especulativa que tiene todo ese continente son considerablemente menores que la que tienen los demás.

Aunque podría pensarse que en el mundo del derecho la globalización se ha limitado a modificar las prácticas de los sectores del ordenamiento jurídico vinculados con el comercio exterior, lo cierto es que ha venido a cambiar a casi todos los ámbitos. Hoy en día ya se está construyendo (con todas las dificultades inherentes) un proceso de globalización del derecho penal. En Europa existe ya un “derecho monetario común” y es probable que en los años siguientes se vaya consolidando un constitucionalismo supra-nacional [5] .

2. Paradójicamente, la globalización genera no solamente prácticas supranacionalizadoras, sino también efectos disgregadores hacia dentro de cada Estado nacional. De esta forma, la era de las empresas transnacionales como Disney o Microsoft se significa también por ser, a la vez, el tiempo de las minorías [6].

La lógica segregacionista y la reivindicación de lo local se manifiesta lo mismo en Cataluña que en Kosovo, en Chiapas que en Irlanda del Norte. Luego de la caída del Muro de Berlín, como se ha encargado de recordar Daniel Bell, las energías culturalistas y nacionalistas se han intensificado [7] .

Algunos autores señalan este doble efecto de la globalización (hacia arriba, pero también hacia abajo) y sostienen que sería mejor hablar de “glocalización”, para dar cuenta de la combinación de energías que señalan tanto hacia una efectiva supranacionalización (que incluye el desvanecimiento de las fronteras políticas o incluso físicas entre los países), como hacia una vuelta al localismo (en forma de desmembración de Estados, de movimientos secesionistas, de mayores demandas de autonomía política de las regiones, de políticas y reivindicaciones multiculturalistas, etcétera) [8] . El científico social Anthony Giddens lo explica con las siguientes palabras: “La globalización es, pues, una serie compleja de procesos, y no uno sólo. Operan, además, de manera contradictoria o antitética. La mayoría de la gente cree que la globalización simplemente ‘traspasa’ poder o influencia de las comunidades locales y países a la arena mundial. Y ésta es, desde luego, una de sus consecuencias. Las naciones pierden algo del poder económico que llegaron a tener. Pero también tiene el efecto contrario. La globalización no sólo presiona hacia arriba, sino también hacia abajo, creando nuevas presiones para la autonomía local. El sociólogo norteamericano Daniel Bell lo describe muy bien cuando dice que la nación se hace no sólo demasiado pequeña para solucionar los grandes problemas, sino también demasiado grande para arreglar los pequeños” [9] .

Para los ordenamientos jurídicos, este movimiento en doble dirección ha supuesto la necesidad de ir construyendo nuevos paradigmas, por ejemplo en lo relativo a los sujetos de los derechos fundamentales (las constituciones han recogido derechos de las minorías o de grupos vulnerables, derechos de las comunidades indígenas y derechos colectivos) o también en lo que se refiere a la organización y funcionamiento de los poderes públicos (mediante la creación de nuevos niveles de gobierno, mediante el reconocimiento de la capacidad jurídica de regulación de asociaciones vecinales, a través de la tutela del llamado “tercer sector”, conformado por las organizaciones “non-profit” y así por el estilo).

Más lento ha sido el proceso de configuración jurídica de un orden jurídico supra-nacional, pues parte de la lógica que han impuesto las grandes empresas a los distintos procesos de globalización ha sido la de exigir a los gobiernos la más completa de las libertades para el movimiento de capitales, lo que se ha traducido en una suerte de anarco-capitalismo mundial que ha hecho de la falta de reglas su nueva y particular grund-norm [10].

A falta de una arquitectura institucional que esté a la altura de los problemas complejos que existen en la era de la globalización, algunos Estados que cuentan con el predominio técnológico y militar han dando rienda suelta a iniciativas unilaterales, poniendo en riesgo la estabilidad, la seguridad y el futuro de buen número de los habitantes del planeta. Sobre esto se abunda en párrafos posteriores. Importa solamente señalar, de momento, que el movimiento doble que se ha generado en los tiempos recientes no ha logrado desplegar todavía un entramado normativo e institucional que sea capaz de poner en claro las reglas para todos los involucrados y que, en ese contexto, una serie importante de fenómenos y problemas nuevos no son objeto, en la actualidad, de regulación completa y eficaz.

3. El punto anterior presta fundamento a la posibilidad de que, asumiéndola como proceso complejo, la globalización se nos rebele no como un fenómeno objetivo del que no cabe escapar bajo ninguna circunstancia, sino como un proceso de ida y vuelta, de desplazamientos sobre múltiples pistas. La globalización sería, en muchos aspectos, una construcción ideológica, susceptible no solamente de una valoración en términos de eficiencia económica, sino también y sobre todo sujeta a un enjuiciamiento ético [11] .

Lo anterior es relevante para echar abajo la tesis que prevaleció durante la primera mitad de los años 90 en el sentido de que no había alternativa alguna a la globalización y sólo por mala fe o por necedad se podía cuestionar un proceso histórico imparable y sujeto a sus propias dinámicas. Frente a la afirmación de que no hay alternativa frente a los procesos globalizadores, hoy existe un pensamiento social y una serie de movimientos colectivos que propugnan el ir modulando algunas de las manifestaciones más salvajes de la globalización [12] .

Así por ejemplo, hay un fuerte impulso para crear la llamada “Tasa Tobin” que suponga un leve desestímulo para la inversión financiera puramente especulativa. El apoyo a la Tasa Tobin implica reconocer que los mercados financieros no pueden operar de forma completamente libre, sin asumir los costos de ir alojándose en aquellos países que, cada día o cada minuto, les vayan ofreciendo mayores rendimientos. Los flujos de inversión deberían tener también incentivos para generar inversiones productivas y no meramente especulativas. Las inversiones productivas permiten crear empleos, construir viviendas y fábricas, financiar proyectos de desarrollo para las pequeñas y medianas empresas, etcétera. Nada de eso puede darse cuando los capitales entran y salen de los países en menos de 48 horas [13] . Todavía en 1970 el 90% de las transacciones por flujos internacionales de capital estaba vinculado a la economía real (comercio e inversión a largo plazo); para 1995 el 95% de esas transacciones era de carácter especulativo y su permanencia en los países de destino era muy corta (el 80% permanecía en ellos una semana o menos) [14] .

Además de desincentivar las inversiones especulativas, si los ingresos que se obtengan por medio de la Tasa Tobin se destinan a la ONU, podría crearse un fondo especial para contingencias humanitarias, que serviría para evitar las peores formas de violación de los derechos humanos, tanto de los civiles y políticos (a través de la financiación de fuerzas de intervención rápida, que pudieran evitar masacres y genocidios), como de los sociales y económicos (por medio de la prevención de las hambrunas o de la asistencia de los refugiados).

De forma más general, incluso se puede ir pensando en la creación de una “fiscalidad mundial”, que sirviera para financiar a las instituciones internacionales que actúan para garantizar los derechos fundamentales (la misma ONU en general, o la UNICEF, la FAO o la OMS en particular). Aparte de la ya mencionada Tasa Tobin, la fiscalidad mundial podría imponer tributos para resarcir el indebido enriquecimiento de las empresas de los países más desarrollados a través de la explotación, o incluso del daño, de los llamados “bienes comunes de toda la humanidad”, como lo son las órbitas satelitales, la composición atmosférica o los recursos de los fondos oceánicos, todos explotados actualmente como si fueran res nullius, cuando en realidad pertenecen a toda la humanidad y, en consecuencia, no pueden ser objeto de apropiación de ninguna empresa y de ningún Estado en particular [15] .

Si tomamos en cuenta los datos más recientes generados desde instancias de reconocida probidad y que recaban información con base en las más serias metodologías de la investigación social, todo parece indicar que tenemos un mundo claramente fragmentado, lo cual viene a corroborar la idea de una globalización desigualmente vivida y sufrida por los habitantes del planeta. Las cifras son espeluznantes. Algunas de ellas son las siguientes [16] :

A) Aunque ya en 140 países del planeta se convocan elecciones en las que concurren varios partidos, solamente 80 Estados pueden considerarse como plenamente democráticos (en ellos vive el 55% de la población mundial). En 106 países todavía se limitan las libertades civiles y políticas de sus habitantes. La democratización de los Estados como un requisito para poder contar con un espacio internacional igualmente democratizado todavía no es un tarea cumplida [17] .

B) Aún a pesar de su teórica inevitabilidad histórica y de los supuestos beneficios que en ella creen ver sus defensores, la globalización todavía no permite que los Estados dejen de matar a sus ciudadanos. En la década de los años noventa, 3.6 millones de personas murieron en guerras dentro de los países (guerras internas, por tanto), frente a las 22.000 personas que murieron en los conflictos entre países. La misma década vio un aumento del 50% en el número de refugiados y desplazados internos por los conflictos civiles vividos en sus países. En el curso del siglo XX, los gobiernos han provocado la muerte de unos 170 millones de personas, cifra muy superior a la de las personas que murieron en las guerras entre Estados. La mitad de todas las personas que perdieron la vida en guerras fueron niños y se estima que, actualmente, hay 300.000 niños soldados en el mundo.

C) La pobreza y la desigualdad siguen marcando esta “era de la información”: el ingreso del 1% de la población más rica del planeta equivale al del 57% más pobre. El 10% más rico de personas de Estados Unidos tiene tantos ingresos como el 43% de la población más pobre del mundo; esto supone que 25 millones de los estadounidenses más ricos suman tantos ingresos como casi los 2.000 millones de personas más pobres del orbe. La relación entre los ingresos del 5% más rico del mundo y el 5% más pobre es de 114 a 1. Todavía 2.800 millones de personas sobreviven con menos de dos dólares al día. Una de las consecuencias inmediatas de la pobreza es el aumento de la mortalidad materna, mucho mas alta en algunas regiones del mundo [18] .

D) Los medios de comunicación se habrán globalizado, pero las fuentes efectivas de información para los ciudadanos parecen estarse reduciendo a mucha velocidad, si atendemos al creciente fenómeno de virtual oligopolio que existe en los medios masivos alrededor del mundo. Estados Unidos e Inglaterra son buenos ejemplos de lo anterior: en el primero de esos países, seis empresas controlan la mayoría de los medios informativos; en Inglaterra cuatro empresas poseen el 85% de los diarios de ese país. Y lo mismo, o algo muy parecido, se puede observar en otros países, como es el caso de México o de Italia. Sigue estando vigente la afirmación que hizo en 1944 Albert Camus: “La prensa es libre cuando no depende del poder del gobierno o del poder del dinero”; parece que en muchos países los medios de comunicación están transitando de un patrón a otro de los mencionados por Camus. Por otro lado, 61 países (en los que vive el 38% de la población mundial) carecen todavía de medios informativos libres y presentan importantes restricciones en los derechos a la libertad de expresión, de imprenta y de información.
E) El internet, que ya forma parte de la cotidianidad de los ciudadanos en muchos países avanzados, es todavía extraño para las personas en la mayoría de Estados. De hecho, el 72% de los usuarios de la red vive en países de la OCDE con alto nivel de ingresos, y representan apenas el 14% de la población mundial. 164 millones de esos usuarios viven en Estados Unidos.

4. La globalización permite que una señal de satélite pueda atravesar todo el planeta en cuestión de segundos y llegar hasta un aparato receptor se encuentre donde se encuentre. Las inversiones de capital, la compraventa de divisas, la transmisión electrónica de datos y las ondas de radio no se detienen ante ninguna patrulla fronteriza, ni deben cargar con pasaporte. No sucede lo mismo, sin embargo, con las personas, que no han visto en la globalización una oportunidad para poder mudar su lugar de residencia. O mejor dicho, sí que han tenido esa oportunidad en virtud de los avances en los transportes, pero frente a las posibilidades de movilidad que ofrecen las nuevas tecnologías, los Estados han contestado fortaleciendo sus controles fronterizos, endureciendo sus leyes migratorias y permitiendo retrogradas manifestaciones de xenofobia y racismo dentro de sus territorios. Roberto Toscano describe con mucho acierto el nuevo papel de los Estados en su tarea de reprimir la libre circulación de las personas, antes que la de las mercancías: “Incapaces ya de controlar los flujos del capital, la localización de las empresas, los tipos de cambio de la moneda, los Estados demuestran una patética crueldad compensatoria en el control de las fronteras, en la vigilancia de la entrada de los diversos, en la tentativa de excluirlos” [19] . Danilo Zolo ha afirmado, con razón, que la contestación de los Estados frente al fenómeno migratorio, que se concreta en expulsiones y persecuciones, o a través de la negación de la calidad de sujetos a los inmigrantes, “está escribiendo y parece destinada a escribir en los próximos decenios las páginas más luctuosas de la historia civil y política de los países occidentales” [20] .

Una tarea pendiente para la globalización es universalizar la libertad de tránsito y de residencia, así como poner en cuestión la legitimidad que tienen los Estados (aunque yo creo que no la tienen) para cerrar sus fronteras a los no nacionales [21] .

5. Uno de los significados más obvios de la globalización es el que tiene que ver con la existencia de un espacio público multilateral; es decir, con la presencia de una serie de actores de comparten la responsabilidad de la toma de decisiones, contrariamente a lo sucedía antes del derrumbe del bloque soviético en donde eran dos países los que determinaban la actuación de los demás en virtud de sus intereses.

Sin embargo, luego de los lamentables acontecimientos del 11 de septiembre del 2001 y de las consecuencias que desencadenaron, la posibilidad de una dirección compartida y multilateral de los asuntos globales parece estar cediendo de forma acelerada para dar paso a la lógica unilateral que pretende imponer Estados Unidos, que se está tomando muy en serio su papel de imperio en los tiempos de la globalización [22] . Parece urgente reivindicar, en este punto, el papel del sistema jurídico internacional y de la cooperación entre naciones para hacer frente a las amenazas globales a las que nos enfrentamos todos y denunciar las profundas injusticias que se esconden bajo el concepto de “guerra justa”, que el imperio quiere librar contra los bárbaros en el exterior y contra los rebeldes en el interior de sus fronteras [23] .

La misma urgencia tiene denunciar públicamente, exhibir y cuestionar a los que Chomsky ha llamado “Estados canallas”, con Estados Unidos a la cabeza; de acuerdo con este autor, son “Estados canallas” los que “no se consideran obligados a actuar de acuerdo con las normas internacionales” [24] . Las tendencias unilateralistas de Estados Unidos en la política internacional ciertamente se han visto reforzadas luego de la llegada al poder del Presidente George W. Bush y todavía más con los hechos del 11 de septiembre, pero ya existían en los años precedentes. Incluso la administración Clinton informó en 1993 a la ONU que “actuará multilateralmente cuando sea posible, pero unilateralmente cuando sea necesario”. En 1999 el entonces Secretario de Defensa, William Cohen sostuvo que Estados Unidos estaba dispuesto a hacer un “uso unilateral del poder militar” para defender (sus) intereses vitales, los que incluyen “asegurar el acceso sin obstáculos a mercados clave, aprovisionamiento de energía y recursos estratégicos” [25] .

El resultado de las iniciativas militares de Estados Unidos y, en particular, la invasión de Irak, han tenido como consecuencia una nueva y amplia serie de riesgos globales. Lejos de vivir en un mundo más seguro, los habitantes de muchos países se sienten hoy amenazados directamente por los terroristas. Como lo ha señalado Luigi Ferrajoli en referencia a los ataques norteamericanos sobre Afganistán e Irak, “...con sus inútiles destrucciones la guerra sólo ha agravado los problemas que pretendía resolver... reforzó enormemente al terrorismo, al elevarlo a la categoría de Estado beligerante, convirtiendo un crimen horrendo en el primer acto de una guerra santa y transformando a Bin Laden, a los ojos de millones de musulmanes, en un jefe político, y a su banda de asesinos, en la vanguardia de un ejército de fanáticos... (la guerra) ha contribuido a desestabilizar todo el Oriente Medio, incluido el polvorín (nuclear) pakistaní, y a desencadenar una espiral irrefrenable de odios, fanatismos y otras terribles agresiones terroristas” [26] .

Pero además el unilateralismo de Estados Unidos se ha proyectado hacia un tema central para el presente y el futuro de la humanidad: la ecología. La negativa del gobierno estadounidense a apoyar el Protocolo de Kyoto, que es el instrumento fundamental para controlar la emisión de los gases con efecto invernadero que están dañando la capa de ozono de la atmósfera, es sumamente negativa, aunque esperable en un gobierno que mantiene estrechos vínculos (por decirlo de alguna manera) con los empresarios que tan generosamente han contribuido a las dos campañas presidenciales del presidente George W. Bush.

Como se sabe, el Protocolo de Kyoto exige que se tomen una serie de medidas compensatorias que sin duda tienen un costo económico para las industrias contaminantes. Pero es el único instrumento multilateral más o menos vinculante en materia ambiental y ya ha sido firmado por la Unión Europea y por Rusia, entre otros muchos países. La firma de Estados Unidos es importante porque su industria y sus coches producen el 25% del total de emisiones de gas con efecto invernadero, pese a contar solamente con el 5% de la población total del planeta. Por mucho que sea el esfuerzo que hagan los demás países, siempre será insuficiente sin la participación de Estados Unidos.

El rechazo de Bush al Protocolo ha sido calificado por el escritor mexicano Carlos Fuentes como “La más grave decisión internacional del joven Bush”; esa decisión, dice Fuentes, “es un insulto a la comunidad internacional y una amenaza a la vida planetaria. La emisión de gases tóxicos y el efecto invernadero condenan a muerte a las generaciones venideras. Esto le importa un comino al cowboy de la Casa Blanca. Lo importante es que los Estados Unidos sigan empleando (y despilfarrando) la mitad de los recursos energéticos del planeta” [27] .

Para repotenciar los diálogos multilaterales es indispensable la generación de una esfera pública global, que pueda operar dentro y fuera de las instituciones formales, que contribuya a nutrir un debate que actualmente es bastante pobre y que sirva como marco de reflexión para generar nuevas pautas de acción política [28] . Dicha esfera pública global, además, podría contraponerse a la lógica del mercado, ese sí global en muchos aspectos, que actualmente está colonizando parcelas cada vez más importantes de la vida de millones de personas y que amenaza con sustituir la plaza pública y el intercambio de opiniones por el centro comercial y las tarjetas de crédito.

El reforzamiento de la esfera pública mundial tiene como precondición afirmar el principio del monopolio del uso de la fuerza a nivel internacional, el cual debe residir únicamente en la ONU. Junto con ello, es importante desarmar a los Estados, de forma que se eviten reacciones armadas unilaterales en violación a la Carta de la ONU. Para lograrlo, se debe vigilar y sancionar a los Estados que sigan fabricando y exportando armas [29] .

6. Una de las esperanzas más fundadas de que la globalización no sirva como parapeto de la extensión universal del imperio es el movimiento anti-globalizador que se ha ido estructurando, de forma más o menos desordenada, en los últimos años. Aunque parezca paradójico, es de ese movimiento, de donde pueden salir algunas de las correcciones que deben hacerse al proceso de globalización.

Por desgracia, sin embargo, los Estados se han apurado a criminalizar el movimiento y a reprimirlo tanto por vías legales como ilegales. Los medios de comunicación han jugado un doble papel con respecto a la movilización anti-globalizadora: por un lado, le han dado al movimiento una interesante cobertura mediática, lo que ha permitido que sus acciones y sus ideas hayan llegado a amplios espectros de la opinión pública; pero por otro lado, muchas veces los medios se han concentrado en los actos del sector más radical del movimiento, que ha incurrido o ha sido provocado para incurrir en sucesos de vandalismo.

La presentación de los anti-globalizadores como simples agitadores o como profesionales de la protesta no ha contribuido a fomentar la atención reflexiva sobre un movimiento que defiende ideas interesantes e importantes y que, además, supone la cabeza visible de las manifestaciones de impotencia y angustia que sienten millones de personas frente a un proceso globalizador que está acabando con sus fuentes de trabajo y que amenaza con reducir drásticamente su nivel de vida en los países desarrollados o con impedir acceder al desarrollo en los países periféricos.
De hecho, algún autor como Luigi Ferrajoli ha señalado la paradoja de que es justamente el movimiento anti-globalización el que más luchar en favor de una globalización no solamente de las mercancías, sino también de los derechos. Mientras que serían los Estados más ricos del planeta (los que conforman el llamado G-8) los que más se opondrían al desarrollo de la globalización al reducirla con toda intencionalidad a un sentido puramente económico, basado en la ley del más fuerte que se impone ante la ausencia de reglas de alcance planetario para dominar a los emergentes poderes económicos [30] .

7. Ante todos los factores y nuevos condicionamientos que se acaban de mencionar, es obvio que también el sistema jurídico se ha modificado con alguna profundidad. Son muchos los ejemplos y las manifestaciones que se podrían citar; menciono solamente uno de ellos de alcances no coyunturales sino, en mi opinión, estructurales.

Se puede afirmar con alguna contundencia que parecen estarse borrando o al menos difuminando las fronteras entre el derecho nacional y el derecho internacional [31] . Cada vez son más los puntos de intersección y cada vez más las necesidades de los juristas de manejarse con soltura en los dos niveles normativos. Así por ejemplo, un experto en derecho mercantil tiene que conocer lo mismo el código de comercio o la ley de sociedades mercantiles, que los tratados de libre comercio que tiene firmados México con un número importante de naciones o incluso de bloques de países (como la Unión Europea); de la misma forma, un penalista debe estar al tanto de los desarrollos de la justicia penal internacional [32] ( la Corte Penal Internacional o, en algunos aspectos, la Corte Interamericana de Derechos Humanos) y de los tratados de extradición vigentes en el país, tanto como de las reformas al código penal; igualmente, un constitucionalista no puede agotar su estudio de los derechos fundamentales en los contenidos de la primera parte de la Constitución, sino que debe conocer también los tratados internacionales de derechos humanos, así como la jurisprudencia, las opiniones consultivas y las observaciones generales que periódicamente emanan de diversos tribunales y organismos internacionales. Además, desde un punto de vista estructural, son abundantes los textos constitucionales que reconocen una jerarquía preeminente a los tratados internacionales de derechos humanos [33] , incluso de rango constitucional. En este contexto, la creación de jurisdicciones supranacionales obliga a los tribunales nacionales a manejarse con diligencia en el derecho internacional, para el efecto de evitar una condena por aquellos contra el Estado mexicano por violación de una de sus obligaciones internacionales.

A modo de conclusión.

En suma, lo que tenemos frente a nosotros es un panorama sumamente complejo, sobre cuyos problemas deben estar advertidos los científicos sociales. Pero de esa complejidad y de esa problemática tan ardua no puede derivarse un llamamiento a la simple contemplación. Por el contrario, hoy las ciencias sociales y concretamente la ciencia jurídica tienen sobre sus espaldas la enorme responsabilidad de imaginar rutas alternativas y de ofrecer debates que cuestionen los efectos más negativos de la globalización.

De la misma forma, la ciudadanía no puede ni debe permanecer pasiva, esperando que las soluciones lleguen de los gobiernos o de las instituciones internacionales. La respuesta a muchos problemas sigue estando, hoy como ayer, en nuestras manos. Pero esa solución requiere de una sociedad alerta, permanentemente crítica y movilizada, capaz de hacer valer sus derechos en, fuera e incluso contra los órganos estatales e internacionales. No se trata de otra cosa más que de volver a los inicios del constitucionalismo y recuperar el sentido del artículo 23 de la Constitución francesa del año I, de acuerdo con el cual “la garantía social consiste en la acción de todos para asegurar a cada uno el disfrute y la conservación de sus derechos” [34].

Ni los ciudadanos ni mucho menos los científicos sociales pueden desatender las responsabilidades señaladas argumentando que frente a la complejidad de los problemas es muy poco lo que puede hacerse y que muchas de las alternativas que se señalan a la globalización son simplemente utópicas, lo cual haría inviable cualquier intento de respuesta teórica. Como señala Ferrajoli, hay que distinguir entre los problemas políticos y los problemas teóricos. No se puede presentar como utópico o irrealista lo que simplemente no se quiere hacer porque no conviene a ciertos intereses políticos dominantes y que, en esa virtud y solamente por ella, presumiblemente no se hará. No hay que confundir realismo con conformismo, pues éste segundo sirve solamente para legitimar y apoyar como algo inevitable lo que obviamente es obra de las personas, sobre cual tienen una buena parte de responsabilidad los poderes políticos y económicos que son, hoy en día, hegemónicos [35].


Orientación bibliográfica.

La bibliografía sobre la globalización es literalmente inabarcable; en los últimos años el número de libros, ensayos, artículos en revistas y en periódicos que han abordado el tema suma millares de referencias. A continuación se incluye una breve lista orientativa de títulos que abordan con detalle algunas de las cuestiones que en las páginas precedentes se han tratado de manera superficial.
Antón, Antonio (coordinador), Trabajo, derechos sociales y globalización. Algunos retos para el siglo XXI, Madrid, Talasa ediciones, 2000.
Badie, Bertrand, Il mondo senza sovranitá, Trieste, Asterios, 2000.
Barber, Benjamin, Jihad vs. McWorld. How globalism and tribalism are reshaping the world, Nueva York, Ballantine Books, 1996.
Bauman, Zygmunt, La globalización. Consecuencias humanas, México, FCE, 1999.
Bell, Daniel, “Las muchas facetas del siglo XX”, Letras libres, México, número 10, octubre de 1999.
Beck, Ulrich, ¿Qué es la globalización?, Barcelona, Paidós, 1998.
Bonanate, Luigi, Democrazia tra le nazioni, Milán, Bruno Mondadori, 2001.
Brito Melgarejo, Rodrigo, Constitucionalismo global, México, Porrúa, 2005.
Carbonell, Miguel y Vázquez, Rodolfo (compiladores), Estado constitucional y globalización, 2ª edición, México, IIJ-UNAM, Porrúa, 2003.
Carbonell, Miguel, Cruz Parcero, Juan Antonio y Vázquez, Rodolfo (compiladores), Derechos sociales y derechos de las minorías, 3ª edición, México, IIJ-UNAM, Porrúa, 2004.
Carbonell, Miguel, Orozco, Wistano y Vázquez, Rodolfo (coordinadores), Estado de derecho. Concepto, fundamentos y democratización en América Latina, México, UNAM, ITAM, Siglo XXI editores, 2002.
Carbonell, Miguel, Moguel, Sandra y Pérez Portilla, Karla (compiladores), Derecho Internacional de los Derechos Humanos. Textos básicos, 2ª edición, México, Porrúa, CNDH, 2003, 2 tomos.
Carrillo Salcedo, Juan Antonio, Soberanía de los Estados y derechos humanos en derecho internacional contemporáneo, 2ª edición, Madrid, Tecnos, 2001.
Castells, Manuel, La era de la información. Economía, sociedad y cultura, 3 tomos, México, Siglo XXI, 1999.
Capella, Juan Ramón (coordinador), Transformaciones del derecho en la mundialización, Madrid, CGPJ, 1999. Chomsky, Noam, Estados canallas. El imperio de la fuerza en los asuntos mundiales, Barcelona, Paidós, 2001.
Faria, José Eduardo, El derecho en la economía globalizada, Madrid, Trotta, 2001.
Fariñas, María José, Globalización, ciudadanía y derechos humanos, Madrid, Universidad Carlos III de Madrid, Dykinson, 2000.
Fernández García, Eusebio, Dignidad humana y ciudadanía cosmopolita, Madrid, Universidad Carlos III de Madrid, Dykinson, 2001.
Ferrajoli, Luigi, “Per una sfera pubblica del mondo”, Teoria Politica, número 3, Turín, 2001.
Ferrajoli, Luigi, Razones jurídicas del pacifismo, Madrid, Trotta, 2004.
Ferrajoli, Luigi y otros, Los fundamentos de los derechos fundamentales, Madrid, Trotta, 2001.
Ferrarese, Maria Rosaria, Le istituzioni della globalizzazione. Diritto e diritti nella societá trasnazionale, Bolonia, Il Mulino, 2000.
Ferrarese, Maria Rosaria, Il diritto al presente. Globalizzazione e tempo delle istituzioni, Bolonia, Il Mulino, 2002.
García Canclini, Néstor, La globalización imaginada, México, Paidós, 1999.
García Ramírez, Sergio, La Corte Penal Internacional, México, INACIPE, 2002.
Giddens, Anthony, Un mundo desbocado. Los efectos de la globalización sobre nuestras vidas, Madrid, Taurus, 2000.
Habermas, Jürgen, La constelación posnacional, Barcelona, Paidós, 2000.
Habermas, Jürgen, Tiempo de transiciones, Madrid, Trotta, 2004.
Hardt, Michael y Antonio Negri, Imperio, Barcelona, Paidós, 2002.
Ianni, Octavio, La era del globalismo, México, Siglo XXI editores, 1999.
Innerarity, Daniel, La transformación de la política, Barcelona, Península, 2002.
Kaplan, Marcos, Estado y globalización, México, IIJ-UNAM, 2002.
Kaplan, Marcos y Manrique, Irma (editores), Regulación de flujos financieros internacionales, México, IIJ-UNAM, IIE-UNAM, 2000.
Klein, Naomi, No logo. El poder de las marcas, Barcelona, Paidós, 2001.
López Ayllón, Sergio, Globalización, Estado de derecho y seguridad jurídica. Una exploración sobre los efectos de la globalización en los poderes judiciales de Iberoamérica, México, Suprema Corte de Justicia de la Nación, 2004.
Martin, Hans Peter y Schumann, Harald, La trampa de la globalización, Madrid, Taurus, 1998.
Merino, Susana, La tasa Tobin. Tres años de historia, Buenos Aires, ATTAC-Argentina, 2001.
Michalos, Alex C., Un’imposta giusta: la Tobin tax, Turín, 1999.
Orozco, José Luis y Dávila, Consuelo (compiladores), Breviario político de la globalización, México, Fontamara, UNAM, 1997.
Ortega, Andrés, Horizontes cercanos. Guía para un mundo en cambio, Madrid, Taurus, 2000.
Ovejero, Félix, La libertad inhóspita. Modelos humanos y democracia liberal, Madrid, Paidós, 2002.
PNUD, Informe sobre desarrollo humano 2002. Profundizar la democracia en un mundo fragmentado, Madrid, Mundi-Prensa, 2002.
Sen, Amartya, “Juicios sobre la globalización”, Fractal, número 22, México, julio-septiembre de 2001.
Sen, Amartya, Desarrollo y libertad, México, Planeta, 2000.
Vallespín, Fernando, El futuro de la política, Madrid, Taurus, 2000.
Vidal Beneyto, José (director), La ventana global, Madrid, Taurus, 2002.
Zolo, Danilo, Cosmópolis. Perspectiva y riesgos de un gobierno mundial, Barcelona, Paidós, 2000.


[1] Ha sido Zygmunt Bauman quien ha llamado la atención sobre el uso poco meditado del término globalización; de acuerdo con este autor, “La globalización está en boca de todos; la palabra de moda se transforma rápidamente en un fetiche, un conjuro mágico, una llave destinada a abrir las puertas a todos los misterios presentes y futuros. Algunos consideran que la globalización es indispensable para la felicidad; otros, que es la causa de la infelicidad. Todos entienden que es el destino ineluctable del mundo, un proceso irreversible que afecta de la misma manera y en idéntica medida a la totalidad de las personas...

“Las palabras de moda tienden a sufrir la misma suerte: a medida que pretenden dar transparencia a más y más procesos, ellas mismas se vuelven opacas; a medida que excluyen y reemplazan verdades ortodoxas, se van transformando en cánones que no admiten disputa. Las prácticas humanas que el concepto original intentaba aprehender se pierden de vista, y al expresar ‘certeramente’ los ‘hechos concretos’ del ‘mundo real’, el término se declara inmune a todo cuestionamiento. ‘Globalización’ no es la excepción a la regla”, La globalización. Consecuencias humanas, México, FCE, 1999, p. 7.

[2] Castells, Manuel, La era de la información. Economía, sociedad y cultura, vol. I ( La Sociedad Red), México, Siglo XXI, 1999.

[3] Martin, Hans Peter y Schumann, Harald, La trampa de la globalización, Madrid, Taurus, 1998. Para ilustrar con algunas cifras los avances que han tenido tanto el proceso de globalización de las comunicaciones como el que tiene que ver con la creación de mercados financieros interconectados que pueden operar a escala global, basta tener en cuenta lo siguiente: las llamadas internacionales de teléfono que en 1945 costaban 1 dólar, hoy en día cuestan solamente un centavo de ese mismo dólar. En Alemania, las llamadas al exterior pasaron de 127 millones en 1979 a 694 millones en 1989; en los Estados Unidos subieron de 170 millones hasta 835 millones; en Japón pasaron de 10 a 167 millones. La interconexión permanente de los mercados financieros permite que una institución efectúe como media entre tres mil y cuatro mil operaciones cambiarias en un día normal, cifra que aumenta hasta en un 50% en los días más intensos. Las cotizaciones de divisas, en parte como consecuencia simplemente de ese incesante intercambio, pueden alterarse unas veinte veces en sesenta segundos en el caso de las principales monedas, llegando a modificarse hasta 18.000 veces en un solo día. En días muy activos un solo corredor de bolsa o de divisas (un dealer) suele concluir una operación de entre 200 y 500 millones de dólares entre cada dos y cada cuatro minutos. Todos estos datos están tomados de Faria, José Eduardo, El derecho en la economía globalizada, Madrid, Trotta, 2001, p. 55, nota 2, que a su vez se apoya en datos del GATT.

[4] García Canclini, Néstor, La globalización imaginada, México, Paidós, 1999.

[5] Carbonell, Miguel y Salazar, Pedro (compiladores), La constitucionalización de Europa, México, UNAM; 2004 (con trabajos de Ferrajoli, Habermas, Vitale y Bovero).

[6] Barber, Benjamin, Jihad vs. McWorld. How globalism and tribalism are reshaping the world , Nueva York, Ballantine Books, 1996; desde una óptica jurídica, Carbonell, Miguel, “Minorías y derechos: un punto de vista constitucional” en Carbonell, M., Cruz Parcero, J. A. y Vázquez Rodolfo (compiladores), Derechos sociales y derechos de las minorías, 3ª edición, México, UNAM, Porrúa, 2004.

[7] “Las muchas facetas del siglo XX”, Letras libres, México, número 10, octubre de 1999.

[8] En este sentido, Moreno, Isidoro, “Mundialización, globalización y nacionalismos: la quiebra del modelo de Estado-nación” en Carbonell, M. y Vázquez, R. (compiladores), Estado constitucional y globalización, México, UNAM, Porrúa, 2001.

[9] Un mundo desbocado. Los efectos de la globalización en nuestras vidas, Madrid, Taurus, 2000, p. 25.

[10] En este sentido, Ferrajoli, Luigi, “Pasado y futuro del Estado de derecho” en Carbonell, Miguel (editor), Neoconstitucionalismo(s), 3ª edición, Madrid, Trotta, 2006, 13 y siguientes.

[11] En este sentido, Toscano, Roberto, “Interrogantes éticos sobre la globalización” en Estado constitucional y globalización, cit., p. 54.

[12] Toscano, Roberto, “Interrogantes éticos sobre la globalización” en Estado constitucional y globalización, cit., pp. 53 y ss.

[13] Sobre la “Tasa Tobin”, de entre la abundante información disponible, se puede ver Merino, Susana, La tasa Tobin. Tres años de historia, Buenos Aires, ATTAC-Argentina, 2001; Michalos, Alex C., Un’imposta giusta: la Tobin tax, Turín, 1999.

[14] Dato tomado de Chomsky, Noam, Estados canallas. El imperio de la fuerza en los asuntos mundiales, Barcelona, Paidós, 2001, p. 137.

[15] Ferrajoli, Luigi, “Per una sfera pubblica del mondo”, Teoria Politica, número 3, Turín, 2001, p. 18.

[16] Se toman de PNUD, Informe sobre desarrollo humano 2002. Profundizar la democracia en un mundo fragmentado, Madrid, Mundi-Prensa, 2002.

[17] Informe sobre desarrollo humano, cit., p. 15.

[18] Informe sobre desarrollo humano, cit., p. 27.

[19] Toscano, Roberto, “Interrogantes éticos sobre la globalización” en Estado constitucional y globalización, cit., p. 59.

[20] Zolo, Danilo, “La strategia della cittadinanza” en Zolo, Danilo (editor), La cittadinanza. Appartenenza, identitá, diritti, 2ª edición, Roma-Bari, Laterza, 1999, p. 42.

[21] Ver al respecto Carbonell, Miguel, “Libertad de tránsito y fronteras: la gran cuestión del siglo XXI”, incluido en este volumen.

[22] Al respecto, Michael Hardt y Antonio Negri, Imperio, Barcelona, Paidós, 2002.

[23] Tomo la idea de Hardt y Negri, quienes afirman lo siguiente: “El concepto de imperio se presenta como un concierto global bajo la dirección de un único conductor, un poder unitario que mantiene la paz social y produce sus verdaderas éticas. Y para que ese poder único alcance tales fines, se le concede la fuerza indispensable a efectos de librar –cuando sea necesario- ‘guerras justas’, en las fronteras, contra los bárbaros y, en el interior, contra los rebeldes” (p. 27).

[24] Estados canallas, cit., p. 9.

[25] Citas tomadas de Chomsky, obra citada, p. 13.

[26] Razones jurídicas del pacifismo, Madrid, Trotta, 2004, p. 55.

[27] Contra Bush , Madrid, Aguilar, 2004, pp. 44-45.

[28] Ver las reflexiones de Luigi Ferrajoli, “Per una sfera pubblica del mondo”, cit., pp. 3-21.

[29] En la actualidad, la mayor parte de las exportaciones mundiales de armas la hacen los Estados Unidos y Rusia, seguidos de Francia y el Reino Unido. Entre 1996 y 2001 los Estados Unidos exportaron armas por un valor de 54,000 millones de dólares, Rusia lo hizo por un valor de 21,000 millones de dólares, Francia por 11,000 millones de dólares y el Reino Unido por 8,000 millones de dólares. La información de toma del Informe sobre Desarrollo Humano 2002, presentado por el PNUD, p. 89.

[30] “Per una sfera pubblica del mondo”, cit., pp. 16 y 17.

[31] Lo cual quizá sea una consecuencia de la evaporación de las fronteras entre la “política interna” de los Estados y la política internaiconal; algunos autores, señalando este fenómeno, defienden la necesidad de comenzar a pensar en una “política interna del mundo”. Ver, al respecto, las observaciones de Ferrajoli, “Per una sfera pubblica del mondo”, cit., pp. 3-7.

[32] Un buen panorama de síntesis sobre el tema se puede encontrar en García Ramírez, Sergio, La Corte Penal Internacional, México, INACIPE, 2002.

[33] Al respecto, Ayala Corao, Carlos M., “La jerarquía constitucional de los tratados relativos a derechos humanos y sus consecuencias” en Méndez Silva, Ricardo (coordinador), Derecho internacional de los derechos humanos. Memoria del VII Congreso Iberoamericano de Derecho Constitucional, México, IIJ-UNAM, 2002, pp. 37 y ss.

[34] Sobre esto, Carbonell, Miguel y Pisarello, Gerardo, “La aplicación de los tratados internacionales de derechos humanos en el derecho interno: modelo para armar” en Carbonell, Miguel, Moguel, Sandra y Pérez Portilla, Karla (compiladores), Derecho Internacional de los Derechos Humanos. Textos Básicos, México, CNDH, Porrúa Hermanos, 2002, pp. 19 y 20.

[35] “Per una sfera pubblica del mondo”, cit., p. 18.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Boinas verdes con rostro humano


La película ganadora en los Oscar 'En tierra hostil', con su 'humanización' del soldado, evita la pregunta clave: ¿qué hace el Ejército norteamericano en Irak? Dos filmes israelíes sobre Líbano usan el mismo truco

SLAVOJ ZIZEK

Cuando En tierra hostil, de Kathryn Bigelow, consiguió los principales oscars frente a Avatar, de James Cameron, esa victoria fue percibida como una buena señal del estado de cosas en Hollywood: una modesta producción pensada para festivales tipo Sundance, y que en muchos países ni siquiera había obtenido una gran distribución, supera claramente a una superproducción cuya brillantez técnica no puede disimular la plana simplicidad de su argumento. ¿Así que Hollywood no es solamente una fábrica de grandes éxitos de taquilla, sino que todavía sabe apreciar esfuerzos creativos marginales?

Es posible, aunque habría que matizar: con todas sus mistificaciones, Avatar toma partido claramente por los que se oponen al complejo industrial-militar mundial, retratando al Ejército de la superpotencia como una fuerza de destrucción brutal al servicio de grandes intereses industriales, mientras En tierra hostil presenta al Ejército norteamericano de un modo plenamente acorde con su propia imagen pública en este nuestro tiempo de intervenciones humanitarias y de pacifismo militarista.

La película ignora casi por completo el gran debate sobre la intervención de Estados Unidos en Irak, y en lugar de ello se centra en las terribles experiencias diarias, de servicio y fuera del mismo, de soldados corrientes obligados a convivir con el peligro y la destrucción. Con un estilo seudodocumental cuenta la historia -o más bien, una serie de viñetas- de una brigada del servicio de artificieros, de su trabajo potencialmente mortal en la desactivación de explosivos. Esa opción es sumamente sintomática: a pesar de ser soldados, ellos no matan sino que arriesgan diariamente sus vidas desmantelando bombas terroristas destinadas a matar civiles. ¿Puede haber algo con lo que simpaticen más nuestros ojos progresistas? En la Guerra contra el Terror en curso, ¿no están nuestros ejércitos, incluso cuando bombardean y destruyen, y no sólo tales unidades de artificieros, desactivando pacientemente las redes terroristas con el fin de hacer más seguras las vidas de civiles en todos lados?

Pero hay más en la película. En tierra hostil incorpora a Hollywood una moda que también ha contribuido al éxito de dos recientes películas israelíes sobre la guerra del Líbano en 1982, el documental animado de Ari Folman Vals con Bashir, y Líbano, de Samuel Maoz. Líbano versa sobre los propios recuerdos de Maoz como joven soldado, mostrando el miedo a la guerra y a la claustrofobia mediante la filmación de la mayor parte de la acción desde el interior de un tanque. El filme nos presenta a cuatro inexpertos soldados dentro de un tanque enviados a "limpiar" una ciudad libanesa que ya ha sido bombardeada por la fuerza aérea israelí. Entrevistado en el Festival de Venecia de 2009, Yoav Donat, el actor que interpreta al director cuando éste era soldado un cuarto de siglo antes, dijo: "No es una película que te hace pensar 'sólo estoy en una película'. Es una película que te hace sentir que has estado en la guerra". De una manera parecida, Vals con Bashir muestra los horrores del conflicto de 1982 desde el punto de vista de unos soldados israelíes.

Maoz dijo que su película no era una condena de las políticas de Israel, sino una versión personal de la experiencia por la que había pasado: "Cometí el error de llamar a la película Líbano, ya que la guerra del Líbano no es diferente en su esencia de cualquier otra guerra, y pensé que cualquier intento de politizarla habría estropeado la película". Eso es ideología en su estado más puro: el hecho de revivir la traumática experiencia del perpetrador nos capacita para borrar el trasfondo ético-político del conflicto: qué estaba haciendo el Ejército israelí en el interior del Líbano, etcétera. Semejante humanización sirve así para echar una cortina de humo sobre la cuestión fundamental: la necesidad de un análisis político implacable de lo que está en juego como consecuencia de nuestra actividad político-militar. Nuestras luchas político-militares no son precisamente una historia opaca que desbarata bruscamente nuestra vida íntima, son algo en lo que participamos plenamente.

De un modo más general, esa humanización del soldado (en la dirección de la proverbial creencia "errar es humano") es un elemento clave de la (auto) presentación de las fuerzas armadas israelíes: a los medios de comunicación israelíes les gusta hacer hincapié en las imperfecciones y traumas psíquicos de los soldados israelíes, no presentándolos ni como máquinas militares perfectas ni como héroes sobrehumanos, sino como a gente corriente que, atrapada en los traumas de la Historia y de la guerra, comete errores y puede perderse, como todo el mundo.

Por ejemplo, cuando en enero de 2003, las fuerzas armadas israelíes demolieron la casa de la familia de un supuesto "terrorista", lo hicieron con acusada amabilidad, incluso hasta el punto de ayudar a la familia a trasladar los muebles fuera antes de destruir la casa con un bulldozer. En la prensa israelí se informó poco tiempo antes sobre un suceso similar: cuando un soldado israelí estaba registrando una casa palestina en busca de sospechosos, la madre de la familia llamó a su hija por su nombre a fin de tranquilizarla, y el sorprendido soldado supo que el nombre de la aterrorizada muchacha era el mismo que el de su propia hija; en un arrebato sentimental, sacó su cartera y le enseñó su foto a la madre palestina.

Es fácil percibir la falsedad de semejante gesto de empatía: la idea de que, a pesar de las diferencias políticas, todos somos seres humanos con los mismos amores y preocupaciones, neutraliza el impacto de lo que el soldado está haciendo efectivamente en ese momento. Así, la única respuesta apropiada de la madre debería ser: "Si realmente tú eres tan humano como yo, ¿por qué estás haciendo lo que estás haciendo ahora?". El soldado entonces sólo puede ampararse en un deber objetivado: "No me gusta hacerlo, pero 'es' mi deber..." -evitando así asumir ese deber de forma subjetiva. El mensaje de esa humanización es el de poner de manifiesto la brecha entre la compleja realidad de la persona y el papel que ésta tiene que desempeñar contra su verdadera naturaleza-. "En mi familia, la genética no es militar", como dice uno de los soldados entrevistados en Tsahal, de Claude Lanzmann, sorprendido por verse a sí mismo como oficial de carrera.

Y eso nos hace volver a En tierra hostil: su descripción del horror diario y del traumático impacto del servicio en una zona de guerra parece situarla a millas de distancia de las sentimentales celebraciones del papel humanitario del Ejército norteamericano, como la infame Boinas verdes, de John Wayne.

Sin embargo, siempre deberíamos tener presente que las áridas y realistas imágenes de lo absurdo de la guerra de En tierra hostil enturbian, haciéndolo así aceptable, el hecho de que sus héroes están haciendo exactamente el mismo trabajo que los héroes de Boinas verdes. En su misma invisibilidad, la ideología está ahí, más que nunca: estamos allí, con nuestros muchachos, identificándonos con sus miedos y sus angustias, en lugar de preguntarnos qué están haciendo allí.

Slavoj Zizek es filósofo esloveno y autor, entre otros libros, de Irak. La tetera prestada. Traducción de Juan Ramón Azaola.

El Presidente no tiene quien le crea


6 de cada diez mexicanos cree que las visitas de Calderón a Ciudad Juárez sólo son por mejorar su imagen

MARÍA DE LAS HERAS 22/03/2010

Vota Resultado 59 votos Comentarios - 30 "Si de todas maneras nos van a matar, pues que siquiera nos maten por hablar", decía en una entrevista radiofónica la madre de dos de los muchachos masacrados en Ciudad Juárez hace unas semanas, y en su voz había más un tono de rebeldía que de desesperación, exigiendo disculpas a las autoridades no ya por haber sido incapaces de proteger la vida de sus hijos, sino por haber insinuado que formaban parte de una pandilla de delincuentes, como si eso además justificara la masacre.

"No es usted bienvenido", le espetaba en la cara al Presidente Felipe Calderón durante su primera visita al municipio, apenas unos días después de la matanza. "Si hubieran matado a alguno de sus hijos -le decía al Presidente y a su esposa- ya hubieran buscado debajo de las piedras para encontrar a sus asesinos".

Calderón reconoce que su estrategia para acabar con el narcotráfico no ha funcionado y anuncia un giro hacia el gasto social para tratar de minar desde las raíces la penetración del narcotráfico y la violencia que se viven en esa ciudad fronteriza. El jefe del Poder Ejecutivo federal regresa a Ciudad Juárez acompañado por siete secretarios de Estado y por el titular de la PGR (fiscalía) para presentar el plan "Todos somos Juárez, reconstruyamos la ciudad".

La semana pasada, Calderón viaja a Ciudad Juárez por tercera vez en este año y su secretario de seguridad pública presenta ante la opinión pública las estadísticas de los asesinatos del último año, asegurando que su número ha decrecido consistentemente en los últimos meses. Fuera del recinto donde se hacía la presentación, elementos del Estado Mayor Presidencial trataban de contener a un grupo de jóvenes que se resistían al grito de "Con nosotros muy cabrones, con los narcos maricones".

Previo a la más reciente visita presidencial, el sábado 20 de marzo asesinaron en Ciudad Juárez a tres personas vinculadas con el consulado de Estados Unidos en esa ciudad. Se escucha la indignación y condena del presidente Barack Obama y en pocas horas, contrario a lo que indican las leyes mexicanas, los cuerpos de las víctimas estadounidenses ya están cruzando la frontera rumbo a El Paso, Texas.

El gobierno mexicano se compromete públicamente a esclarecer los hechos y llevar ante la justicia a los culpables, y la secretaria de Estado de Estados Unidos anuncia que el 23 de marzo (mañana) visitará México junto con el secretario de Defensa Robert Gates, la jefa de la Seguridad Interna, Janet Napolitano, el director de Inteligencia Nacional, Dennis Blair y otros altos funcionarios involucrados en la ley y los narcóticos.

Hoy, en la encuesta que levantamos para elpais.com, quisimos hacer un recuento de las opiniones que acompañan los asuntos antes narrados, y los resultados no pueden ser más desalentadores.

Para empezar, el 62% de los mexicanos opina que tanta visita de Calderón a Juárez obedece a una estrategia para mejorar su imagen pública y no porque el mandatario tenga un interés real en mejorar las condiciones de vida en esa ciudad fronteriza.

Verdad o no, la opinión pública no cree lo que dijo el secretario de seguridad pública federal respecto a que el número de asesinato ha ido disminuyendo en los últimos meses, y en ese tenor, cinco de cada diez dicen que gastar más en programas sociales no va remediar tampoco la angustiosa situación de los juarenses.

El 68% opina que el Presidente Calderón le ha puesto un interés inusitado al caso de los norteamericanos asesinados, empeño que ha estado lejos de mostrar frente a los otros miles y miles de ejecutados que se acumulan en nuestro país día con día.

En cuanto a la visita de mañana de Hillary Clinton y los otros funcionarios del gabinete de Obama, parece que no hay muchas expectativas, y mientras 4 de cada diez piensan que puede salir algo positivo para México, cinco dicen que es poco probable que se llegue a acuerdos realmente trascendentes para el tema de la lucha contra el narcotráfico.

Además, esta semana la noticia ya no es Juárez, sino la ciudad de Monterrey, Nuevo León, estado también fronterizo. Presuntos grupos de sicarios recorrieron por dos días consecutivos los accesos carreteros y "decomisaron" al menos 60 vehículos de particulares con los que bloquearon durante horas al menos 30 puntos de las vías que comunican a esa capital con las poblaciones de Reynosa y Miguel Alemán, del vecino estado de Tamaulipas. Además, se registran otros asesinatos dos jóvenes estudiantes de excelencia (como los de Juárez de hace unas semanas, pero estos de posgrado), y como primera reacción las autoridades los acusan de ser sicarios para retractarse después ante la evidencia de lo contrario.

La Secretaría de Gobernación federal aseguró que los bloqueos son una reacción desesperada ante el avance logrado en el combate a la delincuencia. Suponiendo, sin conceder, que lo que estamos viviendo en México es resultado de la agonía del narcotráfico, habría que preguntarse entonces: ¿hasta dónde estamos todos dispuestos a pagar por los estertores?

NOTA METODOLÓGICA. Encuesta telefónica realizada el 20 de marzo, considerando 500 entrevistas a personas mayores de 18 años seleccionadas mediante un muestreo aleatorio simple sobre el listado de teléfonos del país. Con el 95% de confianza, el error estadístico máximo que podría esperarse es del +/- 4.5

EE UU admite su cuota de responsabilidad por la violencia en México


La secretaria de Estado, Hillary Clinton, viaja al país para buscar una respuesta común al narcotráfico

PABLO ORDAZ - México - 23/03/2010

Hillary Clinton admitió este martes en México que la lucha contra el narcotráfico necesita ya de resultados tangibles. "Aceptamos", dijo la secretaria de Estado norteamericana, "nuestra cuota de responsabilidad. Sabemos que la demanda de drogas es el principal combustible de este comercio. Y que armas vendidas en EE UU se están utilizando para matar a personas aquí. Pero ya no se trata de reuniones, se trata de resultados. Los necesitamos ya". Clinton se comprometió a trabajar codo con codo con México para atacar la capacidad logística y financiera de los carteles de la droga.

Hillary Clinton no pudo escoger peor día para llegar a México. Los periódicos de del día recogían en portada dos fotografías de un joven vestido con una sudadera marrón. La primera fue tomada a las tres de la tarde del domingo, en Santa Catarina (Nuevo León), justo en el momento en que agentes de la Marina mexicana lo detenían acusado de distribuir pequeñas dosis de droga. La segunda fotografía está tomada al amanecer del lunes. Se trata del mismo muchacho, pero ya aparece muerto, con las manos esposadas a la espalda y evidentes signos de tortura. La secretaria de Estado norteamericana llegó a la ciudad de México con el mismo objetivo de su visita de hace un año justo: afinar la colaboración entre los dos países para hacer efectiva la lucha contra el narcotráfico a ambos lados de la frontera. Pero la situación ha cambiado. A peor. En todos los aspectos.

Cuando Hillary Clinton llegó, el 26 de marzo de 2009 , traía un mandato muy claro del presidente Barack Obama: echarle yodo a las heridas que habían provocado aquí las declaraciones de responsables políticos y militares estadounidenses que dibujaban a México como un "Estado fallido", comparable incluso con Afganistán. Clinton logró su objetivo. Llamó valiente al presidente Felipe Calderón, admitió la responsabilidad de su país en el tráfico de armas hacia el sur, prometió la creación de una comisión binacional para trabajar codo con codo y hasta se postró ante la Virgen de Guadalupe. Pero ni las oraciones ni las promesas surtieron efecto. Decenas de personas -la mayoría de ellas jóvenes?siguen muriendo en las calles de México. Muchas caen por los disparos de los sicarios a sueldo de los distintos cárteles. Pero otras muchas bajo el fuego cruzado con policías y militares. Algunas de ellas, claramente relacionadas con el mal. Pero otras, cada vez más, personas inocentes.

De hecho, durante las últimas horas, los mexicanos han recibido muchas y muy dolorosas constataciones de que la teoría oficial de que los 18.000 muertos del narcotráfico están ligados al crimen no es del todo cierta. Desde el viernes hasta el domingo, diez personas inocentes murieron víctimas del fuego cruzado. Entre ellas, dos niños de 7 y 10 años, una anciana y dos brillantes alumnos del Tecnológico de Monterrey. Todo esto sin contar el asesinato, a las dos de la tarde del pasado día 13, de una joven pareja de estadounidenses que circulaba con su hija pequeña por las calles de Ciudad Juárez. Otra teoría oficial que se viene abajo es que las balaceras sólo se producen en media docena de los 32 Estados de la República. La lista de ciudades visitadas por el horror del narcotráfico es cada vez más larga. Ya los cárteles no luchan sólo por las rutas hacia Estados Unidos, sino por hacerse con cada una de las plazas para distribuir su mercancía.

Preocupación en EE UU

Este panorama ha provocado que, tal como hace un año, responsables políticos estadounidenses hayan vuelto sus ojos hacia el vecino del sur para manifestar su preocupación. Desde el presidente Obama, que se declaró "indignado" por el asesinato de su joven pareja de compatriotas, a la secretaria de Seguridad Interna, Janet Napolitano, que cuestionó la presencia del Ejército en las calles de México, pasando por el ex zar antidrogas de Estados Unidos, Barry McCaffrey, quien acaba de declarar tajante: "Ciudad Juárez es ya inmensamente más peligrosa que Bagdad o Kabul". En lo que sí coinciden ya representantes de los dos lados de la frontera es que la colaboración es vital. Pero, ¿de qué forma?

Esa es la cuestión que durante este martes intentaron despejar los más altos representantes de México y Estados Unidos. Hillary Clinton se hizo acompañar por el secretario de Defensa, Robert Gates; la de Seguridad Interior, Janet Napolitano; el jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, Michael Mullen; el director nacional de Inteligencia, Dennis Blair, y el titular de la Administración Federal Antidrogas (DEA) , Michelle Leonhart. La representación mexicana estaba encabezada por la titular de Exteriores, Patricia Espinosa.

sábado, 20 de marzo de 2010

Yo tengo un sueño



El 28 de agosto de 1963 Martin Luther King brindó su discurso "Yo tengo un sueño" en los escalones del monumento a Lincoln en Washington D.C. He aquí el texto completo de una oratoria histórica.

Estoy feliz de unirme a ustedes hoy en lo que quedará en la historia como la mayor demostración por la libertad en la historia de nuestra nación.

Hace años, un gran americano, bajo cuya sombra simbólica nos paramos, firmó la Proclama de Emancipación. Este importante decreto se convirtió en un gran faro de esperanza para millones de esclavos negros que fueron cocinados en las llamas de la injusticia. Llegó como un amanecer de alegría para terminar la larga noche del cautiverio.

Pero 100 años después, debemos enfrentar el hecho trágico de que el negro todavía no es libre. Cien años después, la vida del negro es todavía minada por los grilletes de la discriminación. Cien años después, el negro vive en una solitaria isla de pobreza en medio de un vasto océano de prosperidad material. Cien años después el negro todavía languidece en los rincones de la sociedad estadounidense y se encuentra a sí mismo exiliado en su propia tierra.


Y así hemos venido aquí hoy para dramatizar una condición extrema. En un sentido llegamos a la capital de nuestra nación para cobrar un cheque. Cuando los arquitectos de nuestra república escribieron las magníficas palabras de la Constitución y la Declaratoria de la Independencia, firmaban una promisoria nota de la que todo estadounidense sería el heredero. Esta nota era una promesa de que todos los hombres tendrían garantizados los derechos inalienables de "Vida, Libertad y la búsqueda de la Felicidad".

Es obvio hoy que Estados Unidos ha fallado en su promesa en lo que respecta a sus ciudadanos de color. En vez de honrar su obligación sagrada, Estados Unidos dio al negro un cheque sin valor que fue devuelto marcado "fondos insuficientes". Pero nos rehusamos a creer que el banco de la justicia está quebrado. Nos rehusamos a creer que no hay fondos en los grandes depósitos de oportunidad en esta nación. Entonces hemos venido a cobrar este cheque, un cheque que nos dará las riquezas de la libertad y la seguridad de la justicia.

Sofocante verano del descontento

También vinimos a este punto para recordarle de Estados Unidos de la feroz urgencia del ahora. Este no es tiempo para entrar en el lujo del enfriamiento o para tomar la droga tranquilizadora del gradualismo. Ahora es el tiempo de elevarnos del oscuro y desolado valle de la segregación hacia el iluminado camino de la justicia racial. Ahora es el tiempo de elevar nuestra nación de las arenas movedizas de la injusticia racial hacia la sólida roca de la hermandad. Ahora es el tiempo de hacer de la justicia una realidad para todos los hijos de Dios.

Sería fatal para la nación el no percatar la urgencia del momento. Este sofocante verano del legítimo descontento del negro no terminará hasta que venga un otoño revitalizador de libertad e igualdad. 1963 no es un fin, sino un principio. Aquellos que piensan que el negro sólo necesita evacuar frustración y que ahora permanecerá contento, tendrán un rudo despertar si la nación regresa a su rutina habitual.

No habrá ni descanso ni tranquilidad en Estados Unidos hasta que el negro tenga garantizados sus derechos de ciudadano. Los remolinos de la revuelta continuarán sacudiendo los cimientos de nuestra nación hasta que emerja el esplendoroso día de la justicia.

Pero hay algo que debo decir a mi gente, que aguarda en el cálido umbral que lleva al palacio de la justicia: en el proceso de ganar nuestro justo lugar no deberemos ser culpables de hechos erróneos. No saciemos nuestra sed de libertad tomando de la copa de la amargura y el odio. Siempre debemos conducir nuestra lucha en el elevado plano de la dignidad y la disciplina. No debemos permitir que nuestra protesta creativa degenere en la violencia física. Una y otra vez debemos elevarnos a las majestuosas alturas de la resistencia a la fuerza física con la fuerza del alma.

Esta nueva militancia maravillosa que ha abrazado a la comunidad negra no debe conducir a la desconfianza de los blancos, ya que muchos de nuestros hermanos blancos, como lo demuestra su presencia aquí hoy, se han dado cuenta de que su destino está atado a nuestro destino. Se han dado cuenta de que su libertad está ligada inextricablemente a nuestra libertad. No podemos caminar solos. Y a medida que caminemos, debemos hacernos la promesa de que marcharemos hacia el frente. No podemos volver atrás.

Pruebas y tribulaciones

Existen aquellos que preguntan a quienes apoyan la lucha por derechos civiles: "¿Cuándo quedarán satisfechos?" Nunca estaremos satisfechos en tanto el negro sea víctima de los inimaginables horrores de la brutalidad policial. Nunca estaremos satisfechos en tanto nuestros cuerpos, pesados con la fatiga del viaje, no puedan acceder a alojamiento en los moteles de las carreteras y los hoteles de las ciudades. No estaremos satisfechos en tanto la movilidad básica del negro sea de un gueto pequeño a uno más grande. Nunca estaremos satisfechos en tanto a nuestros hijos les sea arrancado su ser y robada su dignidad por carteles que rezan: "Solamente para blancos". No podemos estar satisfechos y no estaremos satisfechos en tanto un negro de Mississippi no pueda votar y un negro en Nueva York crea que no tiene nada por qué votar. No, no estamos satisfechos, y no estaremos satisfechos hasta que la justicia nos caiga como una catarata y el bien como un torrente.

No olvido que muchos de ustedes están aquí tras pasar por grandes pruebas y tribulaciones. Algunos de ustedes apenas salieron de celdas angostas. Algunos de ustedes llegaron desde zonas donde su búsqueda de libertad los ha dejado golpeados por las tormentas de la persecución y sacudidos por los vientos de la brutalidad policial. Ustedes son los veteranos del sufrimiento creativo. Continúen su trabajo con la fe de que el sufrimiento sin recompensa asegura la redención.

Vuelvan a Mississippi, vuelvan a Alabama, regresen a Georgia, a Louisiana, a las zonas pobres y guetos de las ciudades norteñas, con la sabiduría de que de alguna forma esta situación puede ser y será cambiada.

No nos deleitemos en el valle de la desesperación. Les digo a ustedes hoy, mis amigos, que pese a todas las dificultades y frustraciones del momento, yo todavía tengo un sueño. Es un sueño arraigado profundamente en el sueño americano.

El sueño

Yo tengo un sueño que un día esta nación se elevará y vivirá el verdadero significado de su credo, creemos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales.

Yo tengo un sueño que un día en las coloradas colinas de Georgia los hijos de los ex esclavos y los hijos de los ex propietarios de esclavos serán capaces de sentarse juntos en la mesa de la hermandad.

Yo tengo un sueño que un día incluso el estado de Mississippi, un estado desierto, sofocado por el calor de la injusticia y la opresión, será transformado en un oasis de libertad y justicia.

Yo tengo un sueño que mis cuatro hijos pequeños vivirán un día en una nación donde no serán juzgados por el color de su piel sino por el contenido de su carácter.

¡Yo tengo un sueño hoy!

Yo tengo un sueño que un día, allá en Alabama, con sus racistas despiadados, con un gobernador cuyos labios gotean con las palabras de la interposición y la anulación; un día allí mismo en Alabama pequeños niños negros y pequeñas niñas negras serán capaces de unir sus manos con pequeños niños blancos y niñas blancas como hermanos y hermanas.

¡Yo tengo un sueño hoy!

Yo tengo un sueño que un día cada valle será exaltado, cada colina y montaña será bajada, los sitios escarpados serán aplanados y los sitios sinuosos serán enderezados, y que la gloria del Señor será revelada, y toda la carne la verá al unísono.

Esta es nuestra esperanza. Esta es la fe con la que regresaré al sur. Con esta fe seremos capaces de esculpir de la montaña de la desesperación una piedra de esperanza.

Con esta fe seremos capaces de transformar las discordancias de nuestra nación en una hermosa sinfonía de hermandad. Con esta fe seremos capaces de trabajar juntos, de rezar juntos, de luchar juntos, de ir a prisión juntos, de luchar por nuestra libertad juntos, con la certeza de que un día seremos libres.

Este será el día, este será el día en que todos los niños de Dios serán capaces de cantar con un nuevo significado: "Mi país, dulce tierra de libertad, sobre ti canto. Tierra donde mis padres murieron, tierra del orgullo del peregrino, desde cada ladera, dejen resonar la libertad". Y si Estados Unidos va a convertirse en una gran nación, esto debe convertirse en realidad.

Entonces dejen resonar la libertad desde las prodigiosas cumbres de Nueva Hampshire. Dejen resonar la libertad desde las grandes montañas de Nueva York. Dejen resonar la libertad desde los Alleghenies de Pennsylvania! Dejen resonar la libertad desde los picos nevados de Colorado. Dejen resonar la libertad desde los curvados picos de California. Dejen resonar la libertad desde las montañas de piedra de Georgia. Dejen resonar la libertad de la montaña Lookout de Tennessee. Dejen resonar la libertad desde cada colina y cada topera de Mississippi, desde cada ladera, dejen resonar la libertad!

Y cuando esto ocurra, cuando dejemos resonar la libertad, cuando la dejemos resonar desde cada pueblo y cada caserío, desde cada estado y cada ciudad, seremos capaces de apresurar la llegada de ese día cuando todos los hijos de Dios, hombres negros y hombres blancos, judíos y gentiles, protestantes y católicos, serán capaces de unir sus manos y cantar las palabras de un viejo spiritual negro: "¡Por fin somos libres! ¡Por fin somos libres! Gracias a Dios todopoderoso, ¡por fin somos libres!"

jueves, 28 de enero de 2010

ADIÓS ALIMAÑAS

Denise Dresser
Enero 25, 2010


Diez razones para apoyar las alianzas PAN-PRD:


1. El PRI viene de regreso sin haberse modernizado, lo cual implica una regresión para la vida política del país. Ha centrado su atención en ganar gubernaturas para -desde allí- financiar y pavimentar el camino a Los Pinos. La única forma de frenar la maquinaria priista es deteniendo su avance en estados cruciales para la elección presidencial del 2012, incluyendo Oaxaca, Puebla, Durango, Veracruz e Hidalgo. Una forma de colocar piedras en su camino es impedir el fortalecimiento del “feuderalismo” que el PRI ha logrado implantar en la periferia.


2. La alternancia electoral del año 2000 cambió a los partidos en la Presidencia, pero no alteró la forma de hacer política en las gubernaturas. Durante los últimos años hemos presenciado la resurrección del autoritarismo, donde los “nuevos virreyes” gobiernan a su libre albedrío. Son corruptos, poderosos e impunes. Para descabezarlos habrá que desterrar al PRI de las gubernaturas, con alianzas PAN-PRD comprometidas a instrumentar cambios profundos en la gobernabilidad a nivel local. Se trata no sólo de sacar al PRI de sitios como Oaxaca, sino de gobernar mejor allí.


3. El PRI está repuntando debido a que el PAN y el PRD no han sabido combatir con inteligencia al viejo régimen. El PAN lo mimetizó y el PRD contribuyó a que resurgiera al radicalizarse -y suicidarse políticamente- a lo largo de los últimos tres años. Para recuperar el terreno perdido será necesario que forjen una alianza reformista, como la que debieron haber pactado después del 2000.


4. Manlio Fabio Beltrones ha calificado a las coaliciones PAN-PRD de “perversas”. Pero es más perverso aún que el priismo haya apoyado incondicionalmente a Ulises Ruiz, a pesar de que la Suprema Corte documentara su violación a las garantías individuales en Oaxaca. El mantenimiento de un gobernador acusado por el máximo tribunal del país constituye una perversión peor. Una vergüenza más obvia. Un espectáculo más lamentable que la alianza anti-PRI.


5. En el caso de Oaxaca, el priismo logró imponerse durante la última elección a pesar de la inestabilidad social y la violencia que el gobierno de Ulises Ruiz había alentado y fue incapaz de controlar. La única manera de combatir la posibilidad de otro “carro completo” construido a base de clientelas sería a través de un frente común contra el PRI en el estado. De no ser así, el PRI recurrirá nuevamente a la lógica de “divide y vencerás”, y Oaxaca seguirá siendo un archipiélago autoritario.


6. Estrategia electoral mata pureza ideológica. Aunque es cierto que las diferencias entre el PAN y el PRD son hondas, el objetivo compartido de “sacar al PRI de las gubernaturas” -desde donde compran votos y voluntades- puede constituir un punto del encuentro, desde el cual armar una plataforma de gobierno. En numerosos países, partidos políticos de la más diversa índole forman frentes tácticos para enfrentar a contrincantes comunes. Y esa práctica no es vista como una herejía sino como una forma de ganar elecciones.

7. Ante el temor de las coaliciones PAN-PRD, el PRI despliega su voluntad de chantaje habitual, amenazando con revisar las cuentas públicas del gobierno de Fox, sabotear la posibilidad de una reforma política, y poner en jaque la gobernabilidad. Pero la amenaza del chantaje no debería ser disuasiva sino incentiva para confrontar conjuntamente al PRI. Si tanto los panistas como los perredistas permiten que regrese a Los Pinos, el poder abusivo y vengativo del PRI no amainará sino todo lo contrario. El PRI se lanzará contra ambos partidos con un picahielo.


8. Beatriz Paredes ha caracterizado las alianzas PAN-PRD como un esfuerzo por “dividir, enfrentar, emponzoñar el ambiente del país y deteriorar la relación con quienes representamos la fuerza mayoritaria”. Comentario curioso, ya que de eso se trata la política: la institucionalización del conflicto permanente, la confrontación entre el cambio y la permanencia, la competencia entre visiones alternativas. Y en ese sentido lo que plantean el PAN y el PRD es perfectamente legítimo. Pero parecería que la señora Paredes quiere que la oposición se rinda de antemano ante su partido sin dar la batalla necesaria. El temor visible que le producen las alianzas entre sus adversarios es razón de más para impulsarlas.


9. Sobre las alianzas PRD-PAN, Beatriz Paredes pregunta: “¿Qué se busca, qué se pretende?”. La respuesta es obvia. Impedir que el PRI recobre su posición hegemónica, montado sobre caciques al frente de cotos corporativos. Impedir el revés histórico que entrañaría el enquistamiento del PRI en lugares como Oaxaca. Darle nuevo impulso a una transición que se quedó trunca.


10. Tácito escribió que cuando dos fuerzas pelean por su propia cuenta, todos son conquistados. Para evitar ese desenlace, el PAN y el PRD deberían forjar alianzas para ahuyentar a las alimañas y a las tepocatas que la transición no logró tocar. Porque ante el peligro de la restauración priista, permanecer impasibles -eso sí- contribuiría a “emponzoñar” al país.

domingo, 24 de enero de 2010

LA RELIGIÓN Y LA VIDA: FUSTEL DE COULANGES


La ciudad antigua (1864) es, probablemente, el primer estudio sociológico de los valores. Su autor, Fustel de Coulanges, debe ser considerado como el primer investigador social de la religión como factor determinante de la vida social.

Dicho de manera extremadamente resumida, esa investigación probó que la religión de las sociedades más antiguas de Grecia e Italia originó esas sociedades, y que cuando ella se modificó se modificaron esas sociedades.

Fustel de Coulanges se propuso mostrar "según qué principios y por qué reglas se gobernaron la sociedad griega y la sociedad romana"(1). Construyó enseguida un criterio mayor para explicar "los grandes cambios que periódicamente se manifiestan en la constitución de las sociedades", descartando que sean "efecto de la casualidad [o] de la fuerza sola". Formuló así ese criterio: "La causa que los produce debe ser potente, y esa causa debe residir en el hombre"(2). Esa causa "es nuestra inteligencia", ya que ella "se modifica de siglo en siglo", siempre "está en movimiento, casi siempre en progreso, y, a causa de ella, nuestras instituciones y nuestras leyes están sujetas a cambio".(3) Establecida la causalidad mental de los hechos sociales, la concreta en la causalidad religiosa de ellos: "Hay, pues, que estudiar ante todo las creencias de esos pueblos", principalmente las más antiguas".

El propio De Coulanges resume así la tesis de su libro pionero:

"La comparación de las creencias y de las leyes muestra que una religión primitiva ha constituido la familia griega y romana, ha establecido el matrimonio y la autoridad paterna, ha determinado los rangos del parentesco, ha consagrado el derecho de propiedad y el derecho de herencia. Esa misma religión, luego de ampliar y de extender la familia, ha formado una asociación mayor, la ciudad, y ha reinado en ella como en la familia. De ella han procedido todas las instituciones y todo el derecho privado de los antiguos. De ella ha recibido la ciudad sus principios, sus reglas, sus costumbres, sus magistraturas. Pero esas viejas creencias se han modificado o borrado con el tiempo, y el derecho privado y las instituciones se han modificado con ellas. Entonces se llevó a cabo una serie de revoluciones, y las transformaciones sociales siguieron regularmente a las transformaciones de la inteligencia"(4).

Toda la rigurosa demostración de Fustel de Coulanges parte de un hecho abundante y claramente explicado: el carácter doméstico de la religión antigua. Cada familia tenía su propio dios, y "cada dios sólo podía ser adorado por una sola familia"(5). El culto a los muertos era el culto de los antepasados, que eran los verdaderos dioses, sepultados en el terreno de la casa familiar. El culto era siempre privado y familiar.

A partir de este hecho fundador, Fustel de Coulanges explica la vida personal y social de las ciudades antiguas, como lo resume en el párrafo que cité antes.

Dos características mayores hacen de La ciudad antigua un libro ejemplar: su fundamento empírico y su lógica impecable.

Su autor fundamenta cada afirmación con testimonios antiguos en sus textos originales. Nada en ese libro es imaginado ni supuesto. Todo, en detalle, es probado de la única manera posible en un estudio sobre la Antigüedad: con los textos más antiguos y más confiables.

La lógica que Fustel de Coulanges aplica a testimonios históricos consiste, fundamentalmente, en dos características: introduce orden en los datos, y enlaza unos con otros, y todos con la idea central de la influencia determinante de la religión en la sociedad.

NOTAS:

1. Fustel de Coulanges, La ciudad antigua. Estudio sobre el culto, el derecho y las instituciones de Grecia y Roma, trad. de José Manuel Villalaz, Porrúa, Sepan Cuantos, México, 1974, p. 1.
2. Ibid, pp. 1-2.
3. Ibid. El subrayado es mío, para destacar la relación de causa a efecto entre cambios en la inteligencia y cambios sociales. Antes había precisado que "si las leyes de la asociación humana non son [en su tiempo] las mismas que en la Antigüedad, es que algo ha cambiado en el hombre".
4. Ibid., p. 2.
5. Ibid., p. 20.

FUENTE: http://biblioweb.unam.mx/valores_distantes/C1COULANGES.htm